miércoles, 25 de enero de 2012

JUAN PERON, LOS TRABAJADORES ORGANIZADOS, EL TRABAJO Y LA EDUCACION

En el acto de inaugural de la biblioteca de la CGT
12 de mayo de 1948


Educación y trabajo, el rol de los gremios en la educación integral de los trabajadores.


“Compañeros:

Actos como este son reuniones de amigos donde uno se siente verda­deramente recompensado de cuantos esfuerzos pueda haber realizado en beneficio de esta acción común, que alcanza al mayor número de argentinos.
Se ha dicho aquí, interpretando las necesidades de la clase trabajadora, y esbozando un programa de acción que la CGT. piensa poner en marcha lo más sensato y lo más originalmente sencillo que pueda decirse con referencia a la cultura integral de la personalidad humana, con esa simple­za que es el contenido sintético de la observación quizá de toda una vida. Sin alardes de erudición -que, a más de petulantes, suelen resultar con­fusos para la mayoría de los hombres-, se ha expresado aquí una reali­dad de las necesidades de la clase trabajadora argentina.

Esa educación integral comprende al hombre en sus tres aspectos fundamentales, según se ha enunciado; su educación e instrucción física, su educación e instrucción espiritual y su educación e instrucción intelec­tual, es decir, un complejo de asuntos que comprenden absolutamente lo más noble que el hombre tiene en sí.
En cuanto a la formación espiritual, ha de realizarse llevando la cul­tura al ambiente de nuestros trabajadores y llevándola en forma tal que influya en el doble aspecto de conformar su espíritu y de elevar sus valores morales, sin cuyo cultivo los hombres se aproximarían en mucho al nivel de los irracionales. Ese cultivo lo hemos propugnado como algo inseparable de la necesidad de elevar la cultura social, al hacer en el plan de la Secre­taría de Trabajo la enumeración de los objetivos éticos fundamentales de acción social: elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el capital.

Por ser complementario de esa acción el cultivo de las condiciones intelectuales, debemos pensar que son dos los métodos que se han puesto en marcha desde que la humanidad existe: la adquisición de una cultura general por la enseñanza y por la auto enseñanza; por la enseñanza que se está impirtiendo en todos los medios obreros, en los cuales el Gobierno ha puesto en marcha una parte y la confederación General del Trabajo y los sindicatos, simultáneamente, otra, para traer hombres que puedan en­señar cosas útiles a nuestros trabajadores. La otra etapa, la de autodidáctica, está en el contenido de estas bibliotecas, donde el hombre, después de sus horas de trabajo, puede llegar en procura de solaz, aprendiendo cosas úti­les y buenas, en un ambiente de camaradería y de compañerismo, que es el más propicio para perfeccionarse intelectualmente.

Es indudable que, como ha dicho el compañero Espejo, es la inteli­gencia calificada con los valores morales la que dirige y que gobierna el mundo. Los obreros, fatigados por su tarea, no han tenido oportunidad hasta ahora de poder cultivar convenientemente su inteligencia; poco, en cambio, son ricos en valores morales, porque la escuela de la conforma­ción del espíritu no es la haraganería, la molicie, sino el sacrificio y el tra­bajo. Por esa razón, si estos dos valores de la inteligencia y del espíritu son los que gobiernan al mundo y los trabajadores tienen los valores mo­rales necesarios, el cultivar su inteligencia para ponerla al servicio de esos valores morales completaría la personalidad del trabajador, llevándolo a una posición casi inalcanzable para otros hombres que no hayan sido edu­cados dentro de ese espíritu de sacrificio y de dolor.

Nuestro movimiento es netamente obrero y abarca el trabajo de todo orden. Todo el que trabaja es bienvenido en nuestras filas, y yo sólo confío en sus fuerzas para labrar el porvenir de nuestro movimiento. Pero es ne­cesario que comiencen a pensar los organismos gremiales en la necesidad de preparar a las nuevas generaciones de trabajadores para que se hagan cargo del manejo de la cosa pública, la que, si así lo hicieran, nunca esta­ría en mejores manos. El Gobierno está empeñado precisamente en eso: en preparar a las nuevas generaciones de trabajadores. Para ello, ha pensado crear las escuelas de capacitación, que no constituyen solamente talleres, sino verdaderos institutos de formación intelectual y espiritual de los tra­bajadores; y el año próximo hemos de iniciar los cursos de la Universidad Obrera, sea como sea, así como también los cursos de capacitación gre­mial y política necesarios para que los obreros también puedan, en el campo de las actividades nacionales, tomar la dirección del Estado cuando sea necesario y oportuno.

En esa forma, llevando a las posiciones desde las cuales pueden in­fluir para bien de la Patria a todos los hombres que están dotados y capacitados para ejercer la dirección en bien del conjunto, se perfeccionan los Estados. No me explico por qué la clase trabajadora no ha de luchar para que uno de sus hombres sea el que mañana tome el timón del Estado.

Ni la inteligencia ni el saber pueden estar reservados a una sola clase social: el saber, la inteligencia y el cultivo de la cultura del hombre deben estar al alcance de todos. Dios ha puesto en cada uno de nosotros un gra­do natural de inteligencia, y en nuestras manos debe poner el Estado la posibilidad de cultivarla, para que esté al alcance tanto de los más modes­tos como de los más poderosos.

En mis largas meditaciones sobre estos asuntos he pensado mucho cómo debemos ir paulatinamente capacitando a nuestra clase trabajadora. Para ello cuento con la colaboración decidida no solamente de los orga­nismos gremiales, como la Confederación General del Trabajo, sino de los propios obreros. La clase obrera argentina debe persuadirse de que el futuro le pertenece y tiene que ponerse a estudiar día y noche, si fuera ne­cesario, para no defraudar ese futuro.

Cada biblioteca que creemos, cada escuela que fundemos, a la que concurran los trabajadores para perfeccionar su cultura, constituyen jalones que colocamos para que el futuro esté en nuestras manos y para que no defraudemos al pueblo cuando ello ocurra.
Señores: Que cada obrero argentino medite sobre el alcance de mis palabras; que cada obrero argentino se haga la composición de lugar que crea oportuna, para darse cuenta de que, además del tiempo dedicado a su trabajo, puede disponer de unas horas para estudiar y perfeccionarse. Y si el cincuenta por ciento de nuestros obreros realiza este programa, el futuro de la clase trabajadora está asegurado y el futuro de nuestra Patria, que as­piramos sea grandioso, estará absolutamente consolidado.

Estamos trabajando firmemente para que la Universidad Obrera, que comenzará a funcionar en 1949, disponga del mayor número, de la más completa colección de libros que exista en el país. La biblioteca de la Uni­versidad Obrera estará abierta a todos los trabajadores argentinos y en ella encontrarán todo el material que necesiten. Pese a ello, no olvidemos que nUestro país tiene dos millones novecientos mil kilómetros cuadrados de extensión y, por lo tanto, necesitaremos millares y millares de bibliotecas para que todos nuestros obreros puedan tener a su disposición un libro y cultivar su inteligencia en cualquier punto de nuestro dilatado territorio.

Por ello invito a la Confederación General del Trabajo influya ante los gremios para que estas inauguraciones se multipliquen. Esta labor se verá complementada por la inteligente disposición del secretario de Edu­cación en el sentido de que las escuelas y bibliotecas sean centros cultura­les para los trabajadores en toda la República y que los clubes-hogares de las escuelas les faciliten no sólo los libros, sino que les impartan enseñanza.
Esta ampliación de la escuela destinada a los gremios es una brillante iniciativa del secretario de Educación, quien la está cumpliendo con per­sonal y efectiva dedicación. Ha de conseguirse así la necesaria unión entre el ambiente de trabajo y el de estudio que ha de preparar a los trabajadores para permitirles compartir con sus hijos la cultura argentina.”

Prof GB

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