lunes, 30 de enero de 2012

JUAN PERON Y LOS MONOPOLIOS.

En el acto realizado por los obreros vitivinícolas en el teatro Colón
1º de agosto de 1949


La justicia Social.


“Y esa justicia está en todos los campos.
En el campo político la suprema justicia es haber devuelto al pueblo la decisión de sus propios destinos, suprimiendo el fraude y la mentira.
En el campo social, suprimiendo la explotación, suprimiendo esa ex¬plotación realizada siempre en nombre de una libertad en la que no había justicia, porque la libertad sin justicia es la peor de las ignominias. No hay posibilidad de abarcar una palabra sin la otra.
De manera que cuando se explota a un sector de la población en nombre de la justicia se está haciendo escarnio de la verdad y de la justicia.

En el orden económico, ¿no es la justicia pura la que hemos realizado, quitando la posibilidad de llevar a cabo esa explotación a los grandes monopo¬lios capitalistas, para reducir su acción a lo justo, a los que pueden llamarse negocios, sin dejarlo pasar a lo que puede llamarse robo o explotación?¿Quién puede negar de buena fe esta justicia? Solamente un mal hombre puede negar la verdad frente a la verdad misma; solamente un mal hom¬bre puede negar la injusticia donde existe y desconocer la justicia donde la hay.
Sin embargo ¿no nos la niegan todos los días? ¿No niegan nuestros compatriotas mismos, con lo interno, nuestra propia justicia? ¿No niegan los diarios pagados por los consorcios capitalistas en el extranjero la misma justicia? ¿No nos hacen una guerra despiadada desde el exterior los mismos comercios que fueron desplazados para bien del pueblo desde nuestra propia tierra? ¿No nos niegan diariamente a nosotros, niega la justicia en medio de la delincuencia? ¿No vemos en países ex¬tranjeros a los que no pudieron convencer al pueblo que intentan vana¬mente vencer a otros pueblos? ¿Olvidan que el destino de los argentinos hoy, por ventura para nuestro país, depende nada más que de los argentinos?

Algún día aprenderán esos extranjeros que hoy nos atacan con menti¬ras y con calumnias desde los diarios pagados con el dinero de intereses, quizá inconfesables, y terminarán por convencerse que desde el exterior, con sus ataques combinados y pese a todas sus fuerzas, no podrán doble¬gar la voluntad argentina.
Compañeros: Cuanto he dicho es real porque el pueblo, porque la Nación encuentra hoy a sus hombres de trabajo unidos, y cuando los hom¬bres de trabajo están unidos, unidos de la concepción y de la comprensión de los destinos de ese pueblo, y cuando ese pueblo ha decidido realizar su destino, no hay fuerza humana que pueda impedírselo.

Esa fuerza, compañeros, que da la relación de corazón a corazón entre un gobernante y su pueblo, es una fuerza que la historia demuestra en todos los tiempos que es total y abso¬lutamente invencible.
Termino por donde empecé. No es mía la fuerza; yo soy infinitamente débil en mí; la fuerza es de mi pueblo; la fuerza es de este pueblo que tra¬baja, que produce y que se sacrifica; del único que yo reconozco como tal, porque aquel que no trabaja, que no produce, no es pueblo.”

GB

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