jueves, 9 de agosto de 2012

NAGASAKI

Memoria y armas atómicas
El jueves, Nagasaki rendirá homenaje a las víctimas de la segunda bomba atómica lanzada por Estados Unidos.
Por Eduardo Anguita

Lunes 6 de agosto de 2012, el Curiosity, la nave más sofisticada tecnológicamente construida por la Agencia Aeroespacial Norteamericana (Nasa), aterriza en Marte. El Curiosity terminaba un viaje de 482 millones de kilómetros. El director de la Nasa dijo muchas cosas, entre ellas: "El liderazgo de los Estados Unidos va a hacer que este mundo sea mucho mejor." Lunes 6 de agosto de 1945, Little Boy, la primera bomba atómica que la humanidad sufría en toda su historia. La dejaba caer el Enola Gay, el sofisticado bombardero B29 que había partido desde las Islas Marianas, a unos pocos kilómetros de la populosa ciudad de Hiroshima. Morían alrededor de 100 mil pobladores en cuestión de minutos. Quedaban más de 300 mil heridos. Tres días después, otro avión partía con otra bomba, Fat Man, con el objetivo de destruir Niigata. Como las condiciones climáticas eran adversas, los pilotos recibieron la orden de tirarla sobre Nagasaki. Más de 70 mil pobladores morían en cuestión de minutos. El presidente Harry Truman, que había asumido la presidencia cuatro meses atrás para completar el tercer período de Franklin D. Roosevelt, había dado la orden. Pasados 18 años, en agosto de 1963, en una carta manuscrita por el propio Truman –microfilmada y disponible en el Archivo Nacional de Estados Unidos–, dijo lo siguiente: "Sabía lo que estaba haciendo cuando detuve la guerra... no me arrepiento y, bajo las mismas circunstancias, lo volvería a hacer." Cabe aclarar que el peso de los más de 200 mil muertos no sólo caía en la responsabilidad de Truman, por dar la orden, sino en todo un sofisticado sistema de decisiones que convirtieron el Proyecto Manhattan (tal como se conocía el plan secreto de fabricar armas nucleares) en una cuestión de Estado.

Pasados 67 años, se podrían plantear dos hipótesis sobre la coincidencia del aterrizaje del Curiosity y el asesinato masivo en Hiroshima. La primera es que lo hicieron coincidir para tapar, de la memoria o de las informaciones públicas, la vergüenza de semejantes matanzas. La segunda hipótesis es que les importa un pito y que Estados Unidos no toma como una fecha importante en su historia haber sido el único país que utilizó armas atómicas y que los objetivos no eran militares sino civiles. Quien escribe estas líneas se inclina por la segunda, porque ningún representante de primera línea del gobierno de Barack Obama viajó a Hiroshima para acompañar los actos organizados por las autoridades y familiares en los que se pidió de modo unánime por el "nunca más" a las armas nucleares. La prensa destaca, como invitado prominente, a un nieto de Truman. Es, simplemente, una curiosidad. No se ven reflexiones sobre por qué Estados Unidos recurrió a las bombas atómicas tres meses antes de terminada la guerra en el frente europeo, el más duro. Nadie recuerda que la llamada Guerra del Pacífico no involucraba ataques japoneses a territorio norteamericano ni a su población, lo cual hubiera facilitado muchísimo las cosas para la búsqueda de una salida diplomática con el Imperio de Japón, cuya derrota era inevitable. Pero Estados Unidos necesitaba mostrar su primacía imperial, por eso recurrió al ataque nuclear. Era, además, una advertencia para los tiempos que vinieran.

AMANO. El actual presidente del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) es el japonés Yukiya Amano, un hombre nacido en 1946. Es dable pensar que si su madre hubiera recibido efectos radiactivos durante la gestación de Yukiya este hombre no estaría vivo o, al menos, en condiciones de haber hecho una carrera que lo llevara a un lugar tan importante. A fines del año pasado, particularmente, resurgieron los temores reales a escenarios de conflicto por el asunto de las armas nucleares. Concretamente, por las sospechas de que Irán aprovecharía la generación de energía atómica con fines militares y no para uso civil tal como lo declara el gobierno. Las sospechas se dieron en un clima de creciente enfrentamiento entre Israel e Irán. Pero, a su vez, en un contexto que se va tornando cada vez más delicado. Porque a las revoluciones en varios países árabes se suman las tensiones por el petróleo. Y porque el "liderazgo" de Estados Unidos ya no es tal y el creciente peso de China e India en el mosaico de las relaciones internacionales configura el fin de la supremacía norteamericana. Le queda sí, a Estados Unidos, la fuerza militar desplegada en todo el planeta y la primacía en la aplicación de investigación y desarrollo en tecnología militar o aeroespacial.

Fue en ese contexto delicado que el japonés Yukiya Amano viajó en mayo pasado a Irán porque desde enero buena parte del mundo deshojaba margaritas a la espera de que la OIEA diera a conocer informes que ratificaran –o no– las múltiples denuncias de organismos de inteligencia de países europeos, además de la propia CIA norteamericana y la Mossad israelí. Amano, a quien muchos señalan como un hombre muy cercano a la diplomacia del Departamento de Estado norteamericano, estuvo en Teherán e incluso en el complejo militar iraní ubicado en Parchín, donde hace 60 años se dieron los primeros pasos en materia nuclear en aquel país. Claro, cabe recordar que fue cuando Estados Unidos y Gran Bretaña dieron un golpe de Estado y colocaron a Mohammad Reza Pahlevi como "emperador" –o sha de Persia– y que desde la revolución musulmana de 1979, la CIA, en vez de colaborar con el armado de Irán, propicia una contrarrevolución. De la manera que sea. Y al costo que sea. Amano, nacido en 1946, gestado en las zozobras de una bomba nuclear, fue a Parchín a ver si había o no fabricación de armas nucleares. Desde ya, la observación y la evaluación de qué programa puede o no ser utilizado con fines bélicos debe ser una tarea muy compleja. Y los informes de organismos como la OIEA nunca terminan de ser meros informes técnicos. Pero Amano no convalidó las sospechas de las potencias occidentales. Dijo, tras la visita, que Irán "podría estar demoliendo instalaciones en las que quizá se estuvieran haciendo ensayos nucleares". Desde entonces, la fiebre de atacar a Irán por ese motivo parece bajar. No quiere decir, para nada, que baje la tensión en la región. Entre otros motivos, por Siria. Pero, sobre todo, por cómo las potencias están involucradas en las luchas desatadas en ese país contra el gobierno de Bashar al Assad.

EL FUTURO. El próximo jueves, la población de Nagasaki rendirá homenaje a las víctimas de la segunda bomba atómica lanzada por Estados Unidos. Todo hace pensar que el silencio de las autoridades de Estados Unidos se mantendrá tal como se mantuvo estos 67 años. Porque, en caso de abrir una puerta para pedir perdón a Japón y al mundo sobre esos crímenes, inmediatamente la propia sociedad norteamericana empezaría a preguntarse por qué tantas bases en el mundo, por qué la legislación norteamericana establece que los soldados o espías de ese país no deben ser juzgados en los países donde cometen crímenes sino en Estados Unidos, cosa que contradice el concepto de jurisdicción de los delitos. Incluso podrán preguntarse por qué el brutal déficit fiscal que financia la maquinaria bélica más grande de la historia de la humanidad.
Fue en el marco de la llamada Guerra Fría, que empezaba en ese 1945 y que se extendió hasta 1991, cuando la Unión Soviética, el contrincante de Estados Unidos, veía implosionar las bases de su sistema político. Fue durante esos años "fríos" que soviéticos y norteamericanos pusieron límites al armamentismo nuclear y cada cual evaluaba sus movidas políticas expansionistas con el cuidado de las jugadas de ajedrez. Durante los años setenta, las partidas entre Bobby Fischer y Boris Spassky eran vividas por el mundo como un reflejo de las luchas entre la Casa Blanca y el Kremlin. Nadie levantaba un trebejo sin mirar las cien variantes. Nadie planeaba un ataque sin evaluarlo cien veces.

 Pero pasaron dos décadas del fin de la Unión Soviética y del dominio de Estados Unidos como única potencia. Años en los cuales la humanidad se pregunta cómo podrían ser los enfrentamientos en caso de que India y, especialmente, China puedan doblegar al alicaído sistema financiero liderado por la banca norteamericana o quieran modificar radicalmente las normas de la Organización Mundial del Comercio, hechas a la medida de Estados Unidos y de sus socios en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Algunas pistas de cómo se prepara Estados Unidos está en las tremendas cabezas de playa que tiene sobre territorio afgano. Otras pistas están en la soberbia y el desprecio a las víctimas de los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki.

07/08/12 Tiempo Argentino

GB

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