martes, 27 de noviembre de 2012

PREGUNTAS A LA HISTORIA

El general JUAN GALO LAVALLE, apodado "el general sin cabeza", no solo derrocó a un gobierno elegido democráticamente en la provincia de Buenos Aires, sino que fusiló a instancias de los intelectuales y periodistas de la época al gobernador Manuel Dorrego.
Golpe y fusilamiento en un solo acto, sin arrepentimeinto.
La facción Unitaria, liberal y pro-británica comenzaba a pergeñar como darle continuidad al proyecto rivadaviano.

Duró poco el proyecto, ya que Juan M. de Rosas restauró al gobierno provincial derrocado en aquél diciembre del año 1828, lograría jercer el poder desde las antípodas federales hasta el año 1852.

Pero Lavalle, no descansaría hasta su muerte en la década del '40, en su intento de derrocar al tirano Rosas.
Para ello no trepidó estar al servicio de Francia, los liberales uruguayos o los mercenarios liderados por el liberal Garibaldi venido de la península italiana.
La banca Baring Brothers, la banca Rotschild y el Imperio del Brasil sostuvieron a los Lavalle, Sarmiento, Etcheverría, Alberdi, Florencio Varela y José María Gutiérrez entre otros.

Ni aún con el concurso de Gran Bretaña y Francia pudieron.
Pero Lavalle tiene su reconocimiento póstumo, su estatua está frente al Palacio de Tribnales de la Nación.
Mejof homenaje para un golpista y fusilador que eso no puede haber.
La Justicia del país tiene frente a sí a un militar que rompió con todas las leyes de su tiempo.
Ni Dorrego, ni San Martín tienen su estatua allí.
Mucho menos el dictador electo por su pueblo Juan M. de Rosas.

Hoy muchos políticos y periodistas apoyan la desición de juuez pro-buitre Griesa en su afán de destituir a la presidenta.
No importa el aliado cirucnstancial, Francia imperial en 1845 o fondos buitres neo liberales en el 2012.
Alguien estará pensando el monumento a Magnetto frente al Ministerio de Economía de la Nación, en la Plaza de Mayo como símbolo de la justicia económica y financiera.

Como Rivadavia, el hacedor del orígen de la deuda externa para nuestra Patria, que tiene como homenaje amén de avenidas y calles, el nombre del sillón presidencial.
Qué mejor que designarlo con su apellido al sillón que hoy ocupa la presidenta u ocupó el general Perón.
Bernardino Rivadavia, liberal y pro-británico nos endeudó por décadas.
Y los y las presidentas se sientan en "su" sillón presidencial.
Pero esta es otra pregunta a la Historia Argentina.

Prof GB

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