sábado, 23 de marzo de 2013

DETRAS DEL ARBOLITO POR RAUL DELLATORRE

Detrás del arbolito Por Raúl Dellatorre Lo ocurrido en la última semana en el mercado cambiario, en su segmento marginal o ilegal, provocó preocupación, desconcierto, pronósticos pesimistas y un debate poco transparente (sin revelar, en muchos casos, las intenciones) en torno de la interpretación de las motivaciones de la presión sobre el dólar. El nuevo escenario creado fue aprovechado para reinstalar la pretensión de quienes quieren volver a un modelo económico y financiero con escasa o nula capacidad de regulación del Estado, cuyos argumentos –una vez más– se asientan en querer demostrar que toda intervención termina siendo inútil, porque “los mercados” a la larga ganarán la pulseada. Del lado de quienes dicen defender el modelo se buscó blindar su defensa negando toda importancia a la disparada del “blue” y a su propia existencia, como si la economía real (y la política) pudiera ignorar por completo sus turbulencias. Pero no es así. Las autoridades no deberían desconocer o negar los desequilibrios, aunque lo peor que podrían hacer es actuar en el sentido sugerido por quienes reclaman que las regulaciones abandonen el campo de juego. Intentar una aproximación al fenómeno ocurrido exige atender las diferentes miradas y develar su sentido. Es un ejercicio de interpretación, no necesariamente para sacar conclusiones sobre “qué va a pasar” como resultado de esta particular puja. Lo primero sería tratar de entender cómo se determina “el precio” en el mercado marginal. Quienes pretenden legitimarlo lo explican como una puja entre oferta y demanda: a más restricciones del Gobierno a la compra en el mercado oficial, mayor demanda en el paralelo. Entonces, sube el precio. Así explican que, tras la suba en las retenciones de la AFIP sobre los gastos en divisas con tarjeta en el exterior o compras de paquetes turísticos o pasajes en pesos con cualquier medio de pago en el país (para viajes al exterior), el dólar ilegal haya sufrido una trepada de 50 centavos (entre martes y miércoles). Después de eso, la única novedad, según la propia versión de los agentes del mercado, es que el Gobierno ajustó la presión sobre las denominadas “cuevas” y provocó que varias dejaran de vender. Es decir, redujo la oferta de dólares. Si había tanta demanda “genuina” de los que planificaban viajar, para escapar de las retenciones que aumentó Echegaray (titular de la AFIP), ¿no tendría que haber seguido subiendo el valor del dólar en lugar de bajar entre jueves y viernes unos 30 centavos? Al “libre juego de la oferta y demanda” se le cayó la careta. Para seguir intentando entender la composición de este opaco mercado marginal, busquemos analizar cómo se compone la demanda. En la clase media y la media alta, con niveles de ingresos que le generan excedentes sobre sus consumos y gastos habituales, hay una marcada avidez por ahorrar en dólares. Y cuando “las noticias” informan que la divisa viene subiendo a los saltos, lo que se espera es que siga subiendo. Por lo tanto, hay mayor ansiedad por comprar “ahora” y no más adelante, para no perder la carrera. Estos sectores no negocian el precio: temerosos de perder sus ahorros en pesos, pagan lo que le pidan para transformarlos en dólares. El miércoles y jueves, muchos deben haber comprado según el precio “esperado” para el día siguiente, que obviamente era a la suba. De allí que se hayan pactado operaciones a nueve pesos, aunque después el precio descendiera a menos de 8,50. Si del otro lado, es decir de la oferta, no hay un vendedor en igualdad de condiciones, sino alguien que ejerce una posición dominante, en vez de hablar de “mercado libre”, como ingenua o intencionadamente lo llaman algunos, habría que denominar a estas operaciones como estafa. Si se intenta observar cómo se conforma la oferta, hay una figura clave que surge de inmediato: la “captación” del cliente en la calle se hace por el llamado “arbolito”, persona que ofrece a media voz los dólares con el clásico “cambio, cambio” dicho al pasar de los transeúntes. Si el interesado se acerca, le informarán la cotización, y si sigue interesado, la dirección a la cual dirigirse, usualmente a pocos metros del lugar de la intercomunicación. La metodología del “arbolito” para ofrecer dólares también se utilizaba cuando la venta de divisas era legal y se hacía en las mismas zonas, calles e intersecciones que se hacen ahora. Por entonces, al cliente se lo enviaba hacia alguna casa de cambio o agencia cercana. Hoy lo hacen hacia direcciones no muy distantes a las de entonces. La segunda figura clave que compone “la oferta” del mercado marginal o irregular es “la cueva”, denominación usada en los comentarios periodísticos, que refiere a un lugar secreto donde se concretan las transacciones. Lógicamente, es aquél al que se orienta al cliente captado en la calle por el “arbolito”. Estas “cuevas”, funcionalmente, son una parte del sistema financiero, que formalmente componen las entidades bancarias y cambiarias autorizadas. ¿Compiten con estas últimas o son su “forma complementaria”? Hay una tercera fase o figura componente de la oferta de divisas en el mercado marginal, de la que poco se habla. Se trata del que alimenta con divisas ese mercado. “Arbolitos” y “cuevas” son intermediarios, los dólares que se venden a precios exorbitantes son de otros, dispuestos a cambiarlos por pesos a diario. ¿Cómo se manejan? ¿De dónde salen? ¿Se originan en negocios ilegales? ¿Son desvíos de fondos de origen legal, pero contablemente maquillados para posibilitar su cambio de moneda sin ser declarados? Sin llegar a tener las respuestas a estos últimos interrogantes, pareciera evidente que la amenaza de controles oficiales sobre el mercado del jueves y viernes fue lo que provocó que esta oferta encubierta optara por retirarse del mercado, lo que provocó que se desinflara el volumen de operaciones y, al mismo tiempo, el precio que, más que nunca quedó en claro, se determina unilateralmente y no por una puja de compradores y vendedores. Otro factor a tener en cuenta es la relación entre la dimensión y repercusión de este mercado. Quienes informan a diario sobre cotizaciones y movimiento del mercado del dólar marginal, los operadores y agentes financieros, señalan que en momentos de auge pueden llegar a negociarse en un día 20 o 25 millones de dólares. En las primeras jornadas de la semana, cuando el valor del billete picó hasta 8,75 pesos, se operaban unos 8 a 10 millones ¡de pesos! por día. Es decir, alrededor de un millón de dólares. Entre jueves y viernes, con un mercado restringido, se operó menos de la mitad de esa última cifra. En tanto, en el mercado oficial de cambios se habían registrado, desde el inicio del año hasta mediados de esta semana, unos 20 mil millones de dólares. Esto da un promedio de entre 300 y 400 millones de dólares diarios: veinte veces más que lo que opera el marginal en momentos excepcionales, 300 o 400 veces lo que operaba en las últimas semanas. Y, sin embargo, la repercusión del marginal es tal que genera expectativas de que un alza en su cotización puede arrastrar a imponer una devaluación en el mercado oficial. Pero aunque la devaluación no surja como una necesidad en términos macroeconómicos, quienes se resisten a aceptar que el Banco Central avance en controles sobre la actividad financiera y la AFIP utilice los pagos al exterior de los individuos como herramienta de control de la capacidad contributiva, fogonean la idea de que el actual panorama es lo más parecido a un descalabro y es una olla pronta a estallar. Razones tendrán para ello, y habrá que verlas en los intereses que defienden, más vinculados CON la especulación financiera, los negocios con propiedades y productos valorizados en dólares y con la circulación de divisas entre nuestro país y los paraísos fiscales en el exterior. Contra estos sectores es la batalla que libra el Gobierno. El enemigo no es el “arbolito”, sino los que manejan los mecanismos financieros que facilitan las maniobras de tráfico ilegal de divisas y los capitales que lo sostienen. Un delito al que hay que detectar y castigar. Tratar de persuadirlos para que bajen la cotización sólo conseguiría, en el mejor de los casos, darles otra oportunidad. Y tiempo para que planifiquen un nuevo ataque. CUEVAS Y CASAS DE CAMBIO PRACTICAMENTE NO VENDIERON DOLARES BLUE Un mercado negro congelado Las casas de cambio sospechadas de realizar operaciones en el mercado ilegal recibieron un llamado del secretario de Comercio Interior, quien las intimó a cesar con las ventas. Casi no hubo operaciones y el blue cerró a 8,48 pesos. Los cueveros atendieron el teléfono y ayer congelaron las operaciones con el dólar blue. El promedio de precios relevados para el segmento informal sumó apenas tres centavos, a 8,48 pesos. Casi no se registraron operaciones, salvo negocios puntuales con clientes asiduos. La inactividad respondió a un pedido del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien se comunicó con algunos bancos sospechados de realizar operaciones paralelas con el blue para que frizaran el mercado. “El compromiso que se nos solicitó fue el de no seguir con estas prácticas. Y hoy no se está trabajando”, admitió uno de los cambistas contactados por el funcionario. En el circuito oficial, el precio en pizarra para el dólar avanzó un centavo, a 5,11 pesos, mientras que en el mayorista hubo un leve reajuste y el Banco Central vendió 20 millones de dólares. Las reservas se ubicaron en 40.950 millones de dólares. El lunes, la AFIP elevó del 15 al 20 por ciento el pago a cuenta para los consumos con tarjeta en el exterior, al tiempo que extendió esta retención a gastos en pesos en paquetes turísticos y pasajes. La respuesta a la medida fue una disparada en el precio del dólar paralelo. La escalada llegó a registrar un ajuste de 50 centavos el miércoles, lo que encendió luces de alerta en el Gobierno. La Presidenta convocó a su gabinete económico para discutir las alternativas. Moreno tomó la posta y el jueves llamó a varios cambistas, con cuevas en la city porteña, para que interrumpieran las operaciones en el paralelo. Según la fuente consultada, el secretario no puso un techo al precio, pero les dijo que dejen de operar con el blue. Pese a la entidad que algunos analistas intentan darles a las operaciones en el segmento informal, se trata de un mercado cuyos montos trocados resultan insignificantes respecto de lo negociado en el circuito oficial. En los últimos días, el promedio se mantuvo cercano al equivalente de 50 millones de pesos diarios. La discrecionalidad de los responsables de cuevas en la formación de precios es absoluta, lo que hace difícil relevarlos con precisión. Es por eso que no puede ponerse un techo para el precio en este tipo de mercados. La apuesta de Moreno es calmar los ánimos hasta que pase el fin de semana largo. La necesidad de divisas por parte de turistas que viajan al exterior por Semana Santa es un factor que explica una demanda que convalida adquirir dólares hasta un 72 por ciento por encima del formal. “No se está trabajando. Todas las entidades que fueron contactadas desde entonces no operan”, señaló el cambista a este diario. Las cuevas no descuidaron a sus clientes, y en el caso de operaciones con compradores asiduos pactaron compras puntuales. En estos casos se trató de compras de buen volumen, por encima de los 10 mil dólares. El comportamiento fue replicado por otras cuevas. El congelamiento en los negocios de ayer se diferenció de la jornada anterior, cuando dos bancos locales con buena sintonía con el Gobierno inyectaron dólares en la city porteña para bajar el blue. La operatoria en el mayorista reflejó el hecho de que algunas entidades financieras mantengan patios traseros (financien cuevas), explicó el responsable de un banco oficial. Si bien la demanda de moneda extranjera se mantiene alta por la llegada del fin de semana largo, se operaron apenas unos 200 millones de dólares, casi un tercio del promedio habitual. En ese segmento, la cotización mayorista, a la que adquieren los bancos, se ubicó en 5,11 pesos, casi a la par del precio en pizarra para el minorista. De todos modos, por fuera del promedio de la city hay bancos o agencias de cambio que venden al público a 5,13 y 5,14 pesos. Lo mismo sucede con la conversión a pesos que realizan las entidades de los consumos en dólares. A lo que se suma el 20 por ciento de retención que le impone la AFIP. El Central volvió a intervenir en el mercado a término y ofreció futuros de dólar como cobertura para los bancos, con el objetivo de que se desprendan de los billetes y los vuelquen al mercado. El precio para el contrato con vencimiento este miércoles se ubicó en 5,11 pesos, mientras que para fines de abril fue de 5,21; mayo y junio se operaron en 5,30 y en 5,38 pesos, respectivamente. EL GOBIERNO LOGRO DISMINUIR LA SALIDA DE DIVISAS EN 2012, CON MEDIDAS DE TODO TIPO Una dura pelea para detener la fuga El Gobierno desplegó el año pasado una estrategia cambiaria y comercial para frenar la salida de divisas. El resultado fue exitoso en comparación con la dinámica previa, pero las restricciones tuvieron costos en materia de actividad e inversión. El sector externo registró durante el año pasado un déficit que se tradujo en una merma de las reservas internacionales en el orden de los 3305 millones de dólares, según el informe trimestral que ayer publicó el Indec. El principal ingreso de dólares a la economía nacional provino de la balanza comercial, un comportamiento característico desde la salida de la convertibilidad. Sin embargo, la cancelación de vencimientos de la deuda externa por parte del BCRA y el Tesoro nacional, la caída de depósitos en dólares y la balanza de servicios determinaron que el saldo global del sector externo fuera negativo. El rojo tuvo lugar a pesar de las férreas restricciones a la compra de dólares para atesoramiento y para viajar al exterior y del freno al giro de ganancias de las empresas multinacionales que operan en el país. Esos rubros habían motivado en 2011 una enorme salida de divisas que no se replicó el año pasado. Las exportaciones en 2012 llegaron a 81.205 millones de dólares, un 3,2 por ciento menos que en 2011, a partir de la merma de la cosecha por factores climáticos que golpeó a la soja y la crisis internacional que afectó a los socios comerciales, en especial a Brasil. En tanto, las importaciones sumaron 65.563 millones, una baja de 7,3 por ciento, a raíz de la desaceleración de la inversión privada y las medidas de protección comercial instrumentadas por el gobierno nacional. El saldo cerró en 15.642 millones de dólares, y supuso la principal fuente de divisas, ante la ausencia de colocaciones de deuda externa o de ingreso masivo del capital extranjero a largo plazo a través de la inversión directa. A diferencia de las mercancías, que se contabilizan en la balanza comercial, la cuenta de servicios, que incluye viajes y servicios empresariales y es estructuralmente negativa, mostró un déficit de 3460 millones de dólares, una fuerte suba interanual explicada por el rubro turismo. Para medir el giro de utilidades y dividendos, que suele ser un factor de peso en la demanda de divisas, el Indec utiliza el criterio “devengado”, que analiza los balances contables de las firmas multinacionales. Según esa información, las utilidades y dividendos llegaron a 8208 millones, un valor similar al de 2011. Sin embargo, al complementar el dato con el informe del balance cambiario del BCRA, surge que las divisas efectivamente vendidas a las firmas extranjeras ascendieron a sólo 280 millones, frente a 4525 millones del año anterior. La diferencia surge a partir de la negativa del Gobierno de vender dólares a las empresas para que los giren al exterior, junto a la estatización de YPF, que dejó de lado a Repsol, firma que enviaba a España una enorme masa de dólares. La diferencia frente a las utilidades y dividendos son “acreditadas” por el Indec como “utilidades reinvertidas” en otras cuentas del balance de pagos, de modo que el resultado final sobre las reservas coincide con el dato que muestra la autoridad monetaria. Por su parte, el pago de intereses de la deuda externa requirió 3053 millones de dólares el año pasado, mientras que los vencimientos de capital afrontados por el BCRA y el gobierno nacional, deducidos los ingresos de deuda, fueron de 6113 millones de dólares. El sector privado no financiero, a partir de la negativa oficial de vender dólares para atesoramiento y para que las firmas giren ganancias al exterior, mostró un saldo positivo de 2069 millones de dólares. En 2011, la fuga de capitales y el envío de divisas a las casas matrices en los países desarrollados motivaron un déficit de 5574 millones en ese rubro. Ahí radica, en buena medida, la menor caída de reservas internacionales en 2012 (3305 millones) con respecto a la de 2011, que fue de 6108 millones. Durante el último trimestre de 2012, el Indec informó que las reservas cayeron 1549 millones de dólares. El saldo de la balanza comercial fue de 2509 millones, por debajo de la marca del año anterior, mientras que la balanza de servicios motivó un déficit de 666 millones, más amplio que en 2011. El pago de intereses de deuda llegó a 2743 millones, y en el pago de vencimientos de capital resalta el desembolso del gobierno nacional para afrontar amortizaciones del Cupón PBI y Discount. Esos pagos del último trimestre explican más de la mitad de las erogaciones totales en el año por parte de la administración central. 23/03/13 Página|12 GB

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