miércoles, 27 de marzo de 2013

OPOSICIONES E IDENTIDADES, JORGE DORIO, OPINION

Oposición e identidades Un clásico preelectoral: las identidades sosias, listas Por Jorge Dorio Si bien es cierto que diez años de gestión del Frente para la Victoria son un antídoto eficaz para los siempre numerosos sosias peronistas, no sucede lo mismo con las máscaras adoptadas por quienes pretenden capitalizar para sí las adhesiones de eso que alguna vez se llamó la izquierda. Por ejemplo, Hermes Binner. Sosias es un doble, un gemelo. O mejor aún, alguien que parece ser pero no es. El origen del mote debe buscarse en la comedia clásica Anfitrión, de Plauto. En la obra, el dios Mercurio toma la apariencia del esclavo Sosias para ayudar al lascivo Júpiter a seducir a una incauta dama llamada Alcmena. El recurso del amo del Olimpo será, una vez más, asumir la apariencia del dueño de casa, el general Anfitrión, cuyo nombre, con el pasar de los años, también terminará recibiéndose de sustantivo. Los enredos generados por la duplicidad de identidades han conquistado durante siglos la sonrisa de los espectadores. Con un antecedente semejante, resulta llamativo que la misma operación, trasladada a otros ámbitos, sea tomada en serio por cualquier público contemporáneo. Un caso reciente es el protagonizado por un puñado de británicos descendientes de un núcleo de ocupación colonial implantado en América del Sur, que amparados por el gobierno de Londres y protegidos por fuerzas armadas británicas, actuaron un referéndum en el que decidieron seguir siendo británicos. La comedia no tuvo gran suceso en la escena política internacional pero contó con la crítica favorable de un periódico producido en la Argentina y llamado cómicamente "La Nación" pese a una larga historia dedicada a la defensa de los intereses coloniales. Pero hay émulos locales de Plauto que han actuado con un poco más de sutileza y audacia. Es el caso de una banda de delincuentes responsables de crímenes de lesa humanidad que, en una de las audiencias donde estaban siendo juzgados por otras acciones aberrantes, lucieron en sus solapas escarapelas con los colores del Vaticano, pretendiendo asumir para sí la identidad de una fe cuya doctrina se basa en la condena de las acciones que han definido el accionar de los citados facinerosos. Estos intentos de usurpación identitaria no parecen ser especialmente peligrosos justamente por la desmesura de su pretensión. Deben mirarse de otro modo, en cambio, algunas apariencias que, merced al respaldo machacón de la prensa hegemónica y a históricas trapisondas, pueden llegar a confundir a más de un ciudadano desprevenido. Riesgo que se acrecienta con la cercanía de las elecciones de medio término. El caso más emblemático está encarnado por el ex-gobernador Binner. El pasado fin de semana, en el mismo escenario donde nació la Constitución del 94 -cifra no ociosamente inversa al 49- Binner presidió una suerte de lanzamiento electoral de la fuerza que lidera, el FAP. Por mesura y algo de piedad no nos detendremos en el no tan lejano antecedente de la sigla que supo identificar en su momento a las Fuerzas Armadas Peronistas. Más complicada en cambio resulta la denominación de socialista para caracterizar al dirigente santafesino, dueño de una mirada tan singular, que no hace mucho eligió el adjetivo “picante” para dar su opinión sobre la obra El Eternauta de Héctor Oesterheld. Mayor escozor produjo incluso a sus aliados enterarse que el sedicente socialista habría elegido en los recientes comicios de Venezuela al candidato liberal Capriles antes que al Comandante Hugo Chávez. Para quienes recuerden que la compañera de fórmula del santafesino fue Norma Morandini, crítica serial de cuanta iniciativa progresista llegó a su banca senatorial, no debería llamar la atención que dirigentes de su alianza, como Victoria Donda y Humberto Tumini, hayan compartido temporada de verano con un referente insospechable de maximalismos como Alfonso Prat Gay. La histórica nobleza del calificativo socialista, llevada con dignidad por dirigentes como Jorge Rivas, cuenta el pasado nacional con usurpaciones que en su momento minaron la candidatura de Hipólito Yrigoyen. A esta altura de la escena es menester consignar que, si bien es cierto que diez años de gestión del Frente para la Victoria son un antídoto eficaz para los siempre numerosos sosias peronistas, no sucede lo mismo con las máscaras adoptadas por quienes pretenden capitalizar para sí las adhesiones de eso que alguna vez se llamó la izquierda. Aún así, debe destacarse un simpático gesto de coherencia por parte de Binner frente a los amantes de la cultura clásica: Mercurio, usurpador de la identidad de Sosias, se llama entre los griegos, adecuadamente, Hermes. Télam

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