martes, 28 de mayo de 2013

El merecido homenaje a Carlos Caride, una figura destacada de la Resistencia Peronista

Fundador de la JP y las FAP, fue miembro de los Montoneros. Desde 1955, luchó contra todas las dictaduras, en una vida dedicada a la militancia y alejada del bronce. Un hombre de acción que también cambiaba los pañales a sus hijas. Siguiendo los hechos que definieron la vida política de Carlos Caride, bien podría conformarse un manual de militancia peronista. Caride fue uno de los fundadores de la primera JP, su nombre figuró entre quienes pusieron las ideas y el pecho en los años de la Resistencia, integró las filas originarias de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y luego acompañó la fusión con los Montoneros. Nació el 31 de octubre de 1940, creció en los inquilinatos de San Telmo, y de niño pudo ver cómo las palabras de Juan Domingo Perón y de Eva se transformaban en una "realidad efectiva". Desde entonces, Caride fue peronista –de base y revolucionario– y la fuerza con que defendió sus convicciones y el valor que demostró a la hora de entrar en acción, agigantó su huella. La dictadura genocida lo asesinó el 28 de mayo de 1976, en la localidad bonaerense de Haedo. Y hoy, a 37 años de su muerte, sus familiares y compañeros le rendirán un homenaje, con un acto en el Museo Histórico Nacional (Defensa 1600), en San Telmo, a partir de las 11. También se proyectará un video realizado por su hija Ana, que va desde la infancia de su padre hasta la actualidad. "Carlos era un tipo muy activo. Hacía muchas cosas y él creía en todo lo que hacía. Estaba enamorado de lo que hacía. Enamorado de mí, enamorado de sus hijas", contó Susana Burgos, quien fue su esposa y compañera de militancia. Se conocieron a principios de 1974, en Mar del Plata. Luego se casaron y tuvieron dos hijas. "Íbamos a comer a donde iba el resto de la gente, los domingos, con las nenas al Tigre, y nos hacíamos fotos. Y, a la vez, íbamos armados. Porque estábamos perseguidos", relató Susana, en cuyos recuerdos la figura de Caride es tan valiosa como lejana del bronce. Por eso lo define como "una persona normal, que quería a su familia y quería un país mejor para su familia". Un hombre "que consideraba que un militante tenía que militar, pero también tenía que lavar los platos y ser un buen tipo con su compañera, no un machista”. En la memoria popular de la Resistencia, Caride es recordado como un hombre de acción, dispuesto a llevar sus ideas a la práctica, aunque en eso se jugara la vida. "Sin dudas, era un compañero preparado militarmente para enfrentar la situación que fuera, no te quepa la menor duda", aseguró Susana a Tiempo Argentino, aclarando que eso no le impedía dar una mano con las tareas de la casa y, como pedía Arturo Jauretche, luchar con alegría. "Era un hombre de acción, sí, pero también cambiaba los pañales. Cocinaba y cantaba y ser reía mucho", explicó Susana, que hace 34 años vive en España, donde trabaja en el área de Salud Mental. Dejó la Argentina al salir de la ESMA, donde estuvo detenida por dos años, luego de que la secuestraran en enero de 1977. En su repaso por la historia del peronismo, Roberto Baschetti se refirió a Caride como un "combatiente de la resistencia a las diversas dictaduras que nos asolaron desde 1955 en adelante". Y en un desglose de esta trayectoria militante, Baschetti recordó que en 1967 "Carlitos" fue herido en un enfrentamiento con la Policía Federal y que los uniformados lo abandonaron a su suerte. Sin embargo, "su fortaleza física y la indignación de los testigos del hecho lo salvan". El 22 de agosto de 1969, fue "nuevamente detenido al resistir un allanamiento a su domicilio", en un enfrentamiento que dejó a tres policías heridos, uno de ellos, mortalmente. "En represalia –escribió Baschetti– fue brutalmente torturado, lo que le deja secuelas de por vida." En los diez años que pasó en prisión, Caride nunca dejó de militar. En 1973, fue liberado junto a otros presos políticos por el gobierno de Héctor Cámpora, y en 1974 asumió como director de Turismo en Mar del Plata. En marzo de 1974, su fortaleza fue de nuevo puesta a prueba: el comisario Luis Margaride lo detuvo, acusándolo ridículamente de un complot para matar a Perón. Recuperó la libertad al poco tiempo y, meses después, se sumó a Montoneros. Cuando lo asesinaron, en un tiroteo con la custodia de un alto jefe de la bonaerense, sus compañeros protegieron su cuerpo, para que no cayera en manos de los represores. Ese día, pasó a la inmortalidad de las luchas populares. Tiempo Argentino

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