sábado, 25 de mayo de 2013

Periodismo de mierda parte 6

Lanata, iconoclasta de peluche Siguiendo con este identikik. El periodismo de mierda está a la orden del día y de la noche. A sus protagonistas, los autodenominados independientes, jamás se les va a escapar un carajo. A lo sumo algún caramba. La gran excepción a esto son los alardes de procacidad, rara vez espontánea, que enarbola Jorge Lanata. A propósito de Lanata: encarna una variante, la escandalosa, dentro de la militancia del periodismo de mierda: octubre de 2012, recordemos cuando en las últimas elecciones presidenciales de Venezuela se lo demoró un par de horas en el aeropuerto de Caracas. Esto le pasó luego de su manifiesta provocación. Aquí –debemos reconocerlo–, se cometió un gran pavote error. Se pisó, por así decir, el palito. Se le dejó la pelota picando para el gol. Porque, ¿qué más quería Lanata que lo detuvieran un ratito al menos? La felicidad que trasuntaba su rostro al ser “apresado por la dictadura” hasta se evidenciaba en esa espumita que le bajaba por los vértices labiales. El hombre consiguió lo que buscaba desaforadamente: al ser por un rato “víctima de otro atentado contra la libertad de expresión”, se convirtió en héroe periodístico y desde allí desencadenó, con su reconocida eficacia, el barullo mediático necesario para hablar de otra cosa, para traspapelar, para disimular el triunfal y transparente 54.45 por ciento que conseguía Hugo Chávez doblegando al rejuntado de toda la oposición. Dentro de esa caudalosa procesión transitada por el “periodismo de mierda”, Lanata es alguien de innegables reflejos; alguien no genial pero sí ingenioso, que no persigue la verdad, persigue el escándalo que pueda producir su presunta verdad perseguida con denuedo en estos tiempos inclementes en los que, según los pulpos, se acosa la “libertad de expresión”. En fin, que Lanata es otro que hace como que. A diferencia del aterciopelado pastor de la mesura, el filósofo Kovadloff, Lanata practica sistemáticamente la desmesura. Pero no nos dejemos engañar con su histriónico barullo ante su televisiva corte de muchachos y muchachas babeantes de admiración. Lanata es alguien que actúa de iconoclasta. Apenas es un iconoclasta de peluche. ​Para un identikik ​Los autodenominados independientes son buenos de toda bondad. No cuesta demasiado hacerles un identikik. Ellos son los propietarios del amor a la vida. Ellos se saben los Mandamientos de memoria. Pero ellos se olvidan del supremo mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En realidad, ellos, al Mandamiento supremo lo camuflaron así: “Amarás a tu prójimo, pero siempre y cuando sea como tu mismo.” Algo más: ellos tienen la conciencia en el aparato digestivo. Se hacen gárgaras con el amor al prójimo. Y después lavativas. Ellos a la hostia la mastican con todas las muelas. Ellos, tan propietarios, se han apropiado de Dios. En cualquier caso va siendo hora de que aprendamos algo de ellos. ¿Qué? A juntarnos. A juntarnos sin esperar a que nos coman por las patas. A juntarnos sin feriados, sin fiestas de guardar. Es lo que hacen ellos convocados por el tenaz Dios del bolsillo y por la paranoia convertida en absoluta ideología. Un ojo abierto y el otro también​ Más allá y más acá de la actuación del periodismo descomunicador, ninguneador de las buenas noticias, aterrador y sembrador de paranoia, celebrador de presuntas calamidades, deseador de la muerte; más allá y más acá de episodios de insultación como los de Miguel Del Sel, de la celebración carroñera porque el automovilista que llevó por delante a un ciclista es “hijo de”, más allá de la celebración del secuestro de la Fragata Libertad y de la desesperada celebración, cáncer mediante, de la muerte de Chávez, no debiéramos perder de vista que este tiempo nuestro tan arduo, es prodigioso: no hay vuelta que darle, estamos metidos en una pulseada crucial. No nos podemos quedar dormidos durante la pulseada. Y, llegado el caso, si aceptamos dormir, durmamos con un ojo abierto y el otro también. Para mirar hacia afuera y, sobre todo, para mirarnos y exigirnos, hacia adentro. Que buena falta nos hace. Digámoslo después de un punto y aparte: Y, sobre todo, para mirarnos y exigirnos, hacia adentro. Que buena falta nos hace. Conviene recordarnos que los pulpos medios de descomunicación están alertas a cualquier furcio para distraernos de lo esencial. No le dejemos la pelota picando y servida para esos juegos de distracción. Entonces, ni una sola prohibición, ni una sola bala, ni una sola pedrada. Ellos están esperando cualquier cosa, hasta tienen la esperanza de un muerto entre los suyos. Cuidado entonces con los furcios pueriles de la violencia güevona. ​Cuidarnos de ellos ¡y de nosotros! Perdón le pido a la noble “mierda” por vincularla a este periodismo resentido y cloacal y rastrero y, desde su hipocresía, medularmente cobarde. Un periodismo que la pasa muy bien en democracia y que la pasó más que muy bien en dictadura. Un periodismo que realmente atentó contra la libertad de expresión, al compás de la dictadura del Papel Prensa, dictadura encarnada sin asco, desde 1978, por los pulpos medios de descomunicación. Un periodismo cómplice que se calló la boca, con fruición, allá en 1976 y siguientes. Un periodismo obsecuente que alentó y celebró aquella carnicería de adolescentes, aventura etílica de milicos siempre ilesos que fue la desguerra de Malvinas, aventura coronada con ese posfacio de alrededores de 400 suicidados aquí, en la paz del continente, al compás de la desinformación de medios pulpos. Un periodismo que, hoy por hoy, mucho más que amarillo, es una mezcla de verde oliva con marrón oscuro. En fin, un periodismo que hace rato que no se conforma con ser el Cuarto Poder, quiere seguir siendo, como de hecho lo ha sido, el poder que decide y manipula al Primer Poder hasta convertirlo en algo tan eventual como un condón, a lo sumo en partenaire. Ante ese “periodismo de mierda” que desnuca la capacidad de asombro y hedionda a la condición humana, el insomnio es un deber. Insomnio no sólo para defendernos de ellos, insomnio por empezar, para revisarnos nosotros. ​ * Escritor, periodista www.rodolfobraceli.com.ar rbraceli@arnet.com.ar Fuente: La Tecl@ Eñe Revista Digital de Cultura y Política http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene#!rodolfo-braceli/c11k6

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