lunes, 24 de junio de 2013

El violento oficio de escribir

Paco Urondo vinculó el ejercicio periodístico con la acción militante a través de la reivindicación del género documental y del testimonio como recurso primario. Por Luciana Sousa l Poco se sabe de la labor periodística que, durante más de 20 años, desarrolló Francisco Paco Urondo. Desde 1953 el poeta y militante colaboró con artículos periodísticos para diversos medios: Poesía Buenos Aires, Crisis, Primera Plana, Panorama, La Opinión y Noticias, donde fue responsable político y secretario de redacción entre octubre de 1973 y mayo de 1974. Durante estos años, Urondo desarrolla casi todos los géneros periodísticos -entrevistas, crónicas, reseñas, investigaciones históricas- en los que se destaca la técnica del escritor. Impacta la prosa estilizada, el uso recurrente de recursos literarios, la cuidada elaboración de cada frase. Pero también la dimensión política de estos textos: la contextualización permanente, la apelación al porvenir, la reivindicación de un programa y el llamado a la acción. Particularmente, en la construcción de perfiles, elabora una serie de detalles históricos y testimonios que hilvana como representación del personaje. Así, de la anécdota pasa a la figura, sin más descripción que los propios actos: la prostituta que se lleva a Macedonio Fernández a vivir a un invernadero, los encuentros casuales de Alvear con Raúl González Tunón y los pormenores de la amistad entre el poeta y Gardel, y el huevo de avestruz que Oliverio Girondo le tira a don Calixto Oyuela durante sus años de estudiante. El valor del testimonio Es probable que uno de los aportes fundamentales de Paco Urondo en el plano periodístico sea el rol que cumple en sus artículos el testimonio: reduce la intervención del periodista a la mínima expresión y pone de relieve la voz del entrevistado, generando textos de gran pureza discursiva en los que pareciera que el autor está ausente. Tal es el trabajo que realiza como germen del libro La patria fusilada (1973), publicado originalmente en un cuadernillo en el formato de las separatas que solían acompañar a la revista Crisis. El libro se basa en la transcripción de las entrevistas que Urondo hizo a los tres supervivientes de la matanza de presos políticos cometida en Trelew durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse. Periodismo y literatura La vocación de reivindicar el género documental y el testimonio se convierte en una de las preocupaciones del poeta, que escribe un número significativo de ensayos y artículos sobre la relación entre la literatura y la política, y el oficio periodístico. Entre ellos se destaca Escritura y acción (La Opinión literaria, Buenos Aires, 8 de agosto de 1971). Allí, Urondo convoca a novelistas como Casullo, Conti, Briante, Leopoldo García y David Viñas, con motivo de discutir las posibilidades de incidencia de las novelas de ficción en el plano de la realidad. En este artículo, Conti plantea la necesidad de hacer libros testimoniales; “con la novela se crea un mundo irreal y uno termina conviviendo con un montón de fantasmas. Hay que buscar formas más vitales”. Jorge Carnevale, sugiere que “no hay ficción que supere a los diarios”, y así introduce la cuestión periodística como articuladora entre el escritor y la militancia. A propósito, David Viñas señala: “En periodismo y novela, como en política y literatura, el continuo sería la palabra, la manera de usar las palabras, la economía de textura, como dicen los pedantes”. Ese mismo año, se publica una entrevista a Urondo con motivo de la preparación de Los pasos previos, donde el militante asegura: “Probablemente no escribiré más ficción, me interesa ahora hacer libros testimoniales, porque la realidad que vivimos me parece tan dinámica que la prefiero a toda ficción” (Panorama, 29 de junio de 1971). En ese sentido, el periodismo aparece como piedra angular desde donde vincular estos dos ámbitos, en principio tan diferentes. Y el antecedente necesario, el escritor, periodista y militante Rodolfo Walsh.

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