viernes, 30 de agosto de 2013

No le teman al conflicto

Al analizar las PASO, aceptar como válidos los débiles planteos opositores sería reconocer una agenda conservadora que poco tiene que ver con lo mejor de estos 10 años. or Juan Ciucci Al intentar analizar qué ha sucedido en las PASO conviene discriminar entre aquellas opiniones que surgen del espacio político que gobierna el país desde 2003 (y sus aliados), las de quienes sostienen algún tipo de posición “independiente” y las de la oposición política y mediática. Estas últimas no merecen mayor mención, salvo para entrever sus posibles líneas de acción y el proyecto de país que esbozan. Sin embargo, no deben ser ésos los presupuestos que guíen una visión critica del resultado del domingo 11. Esto no obedece a una ceguera militante o a un intento por negar la realidad. Lo enunciamos porque aceptar como válidos los débiles planteos opositores sería reconocer una agenda conservadora que poco tiene que ver con lo mejor de estos 10 años. Quizás la excepción sean las tenues propuestas que por izquierda vienen desarrollándose, que deberán demostrar su capacidad para instalarse en la discusión política mayoritaria. Dentro del amplio espectro oficial, las reacciones fueron desde un falso triunfalismo a la autoflagelación. Viene bien recordar aquella visita de Néstor a la asamblea de Carta Abierta en Parque Lezama, donde llamaba a analizar la derrota pero sin “martillarnos los dedos”. Entre esos temores que han nacido ante la derrota en este 2013, el más declamado es la supuesta necesidad de ponerle fin al conflicto. Como si ante la elección de los votantes por propuestas timoratas como las de Massa y companía, el kichnerismo debiera abjurar de su potencialidad transformadora. Y como si las decisiones políticas que apuestan a transformar la realidad argentina, no generaran reacciones conflictivas por parte de los poderosos de adentro y de afuera. El 2011 nos encontró militando por la profundización del modelo, algo que a todas luces despertaría un escenario de mayor conflictividad social. Pero como es claro que este presente debe profundizarse, por todos los compatriotas que aun no han visto mejorar sustancialmente su existencia, debemos saber enfrentar ese conflicto. Si ante una derrota menor (en elecciones de medio término, que históricamente son más abiertas y con un carácter fiscalizador hacia el oficialismo) la propuesta es recular, el conflicto será sin dudas mayor. Porque los poderes fácticos tienen afán revanchista, y si creen derrotado al kichnerismo, no dudarán en maximizar sus ganancias a costa del pueblo. Basta repasar nuestra historia para saberlo. ¿Cómo se profundiza la redistribución de la riqueza en un país normal? ¿Quién puede creer que con frases vacías y buenas intenciones puede doblegarse al Capital? Los que hablan de un piso, parecen desconocer los continuos ataques que sufre el país para reacomodar esos derechos conquistados. Quienes crean que volver a hablar del ´55 es anacrónico, que miren lo que sucede con los Estados de semi-bienestar europeos hoy, y como van cayendo los derechos sociales con que nos ilustraban en los ´90. La salida, como lo ha demostrado ya muchas veces el kichnerismo, es para adelante. Con políticas públicas que permitan reforzar lo alcanzado, para lograr la ansiada profundización del modelo. A dos años del final del segundo mandato de Cristina, son fundamentales las medidas que impidan a los sectores conservadores conquistar el gobierno. Las inquietudes de las clases medias, que podrían explicar parte de los votos perdidos, no pueden ser las que dominen la discusión política de cara a octubre. Si bien para algunos pueden ser anti-popular el cepo al dólar o las importaciones restringidas, hay cuestiones más urgentes que discutir. Son muchas las medidas que el kirchnerismo está en condiciones de llevar adelante para profundizar el modelo: bajar el porcentaje del IVA, eliminarlo de los productos de la canasta básica, restituir los pagos de aportes patronales a los niveles de los años ´90, incorporar el impuesto a la herencia a nivel nacional, imponer el impuesto a la renta financiera, profundizar la lucha contra la tercerización y el trabajo esclavo, mejorar los hospitales públicos de todo el país; nacionalizar los ferrocarriles, las empresas eléctricas y las telefónicas. Sin dudas estas medidas, entre muchas otras posibles, tendrían un gran impacto popular. El gobierno nacional ha demostrado conocer los métodos para lograrlas y el tiempo justo para llevarlas adelante. Pero es claro que las transformaciones sólo pueden sostenerse si son acompañadas por más transformaciones. Que todo lo que hemos avanzado, aun no nos alcanza. Que el destino de la Patria continúa demandándonos mucho más de lo que hemos logrado. Pero es claro que todo eso sólo será posible si enfrentamos a los poderes fácticos de adentro y afuera, y no le tememos al conflicto que sin dudas van a desatar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario