domingo, 24 de noviembre de 2013

El Capitán Ich Por Miguel Ángel Molfino. Escritor. Desde Resistencia politica@miradasalsur.com

La tardecita caía lluviosa y húmeda cuando, desde la villa de la isla de Río Negro, a quince cuadras de la plaza central, una catarata de cohetes, sapucáis y algún que otro tiro de revólver arreció sobre el cielo de Resistencia. Coqui había sido designado jefe de Gabinete del Gobierno Nacional. El chaqueñaje estaba contento y lo celebraba. No hay rincón en la provincia del Chaco que no se sepa quién es Coqui. Así, a secas. También es Coqui durante las audiencias oficiales aunque se reúna con empresarios, aborígenes, docentes, ex presos políticos, intelectuales, sindicalistas o artistas de gira por la región. En las rumorosas mesas de café de Resistencia, los parroquianos mencionan a Coqui como si fuera un compinche, un vecino o un primo hermano. Todos por lo menos tienen una anécdota personal con Coqui, alimentando un mito que Jorge Milton Capitanich consolidó durante sus hasta ahora seis años al frente del Chaco con una gestión que la población juzga como muy buena si reparamos en sus amplios triunfos electorales. Fue él, el hombre que resucitó al justicialismo en 2007 después de 12 años de gobiernos de la Alianza, justamente en una provincia que supo llamarse –hasta el ’55– Presidente Perón. Hombres y engranajes. “Como apasionado de la matemática, me gusta modelizar y un día estuve en un partido en el que ganaba Argentina 3 a 0 en el primer tiempo y después hizo un gol Brasil en el segundo tiempo. Modelicé lo que llamé ‘modelo de optimización del uso del espacio físico en el rectángulo de juego’. Y se lo llevé a Pekerman, Salorio y Tocalli, quienes me miraban azorados durante tres horas. Hice un análisis estático y dinámico del fútbol tomando a cada jugador como un vector en un espacio de tiempo de 1 a 90 minutos analizando la Teoría de los Juegos, la Teoría del Control, y determinando con una multiplicidad de ecuaciones diferenciales la optimalidad del rendimiento del jugador. Porque el jugador tiene un rendimiento marginal decreciente con el transcurso de los minutos”, teorizaba Jorge Milton Capitanich, ex gobernador del Chaco y actual jefe de Gabinete del Gobierno Nacional, a Jorge Fontevecchia en una entrevista de 2007. Infatigable. Afecto a estos galimatías matemáticos, incrustados a veces en sus discursos tribuneros, el Montenegrino –como también lo suelen apodar– no deja de ser un líder cautivante y carismático como no se veía en el justicialismo chaqueño desde las épocas del caudillo Deolindo Felipe Bittel. Alto, moreno y de mirada astuta, en el devenir de su gestión ha construido una imagen espartana, de infatigable contracción al trabajo y de eficiencia rayana en la perfección. Es manifiesto que sus colaboradores deben sudar la gota gorda para seguirle el tranco o para adaptarse a las extenuantes jornadas de trabajo. “No sabemos cuándo duerme. Trabaja hasta entrada la madrugada y a las cinco ya está corriendo en los jardines del aeropuerto junto a su entrenador. Hasta su entrenador se cansa de las vueltas y vueltas que da. Si no viaja a Buenos Aires, llega luego a su despacho y no se detiene ni para almorzar. Y siempre está lúcido, parece una máquina porque jamás lo vimos cansado. Hay veces que no conforme con las actividades en el despacho, emprende viajes por distintas localidades del interior provincial, dando la sensación de que está en todas partes y a cualquier hora”, confiesa una empleada de la secretaría privada de la gobernación. Católico, antiabortista, la conducta social de Capitanich se condice con su ascética leyenda. Una vez separado de la diputada Sandra Mendoza, jamás nadie pudo ni siquiera sospechar que el gobernador tuviera alguna aventurilla amorosa. Y menos, una relación seria. Es evidente, entonces, que evapora su libido en los candentes hornos de la política chaqueña. Zelig. Se lo reconoce como un tipo brillante, en cuyos conocimientos nunca se pone el sol. Puede alternar temas tan diversos como lejanos a su vocación de economista. “Si está con un escritor habla de literatura, con un biólogo de biología, es capaz de comentar el tema que se le ponga enfrente con el agregado que jamás sanatea. El hombre sabe, es absolutamente brillante. Es como si se hubiera instalado Google en su cerebro”, dice un funcionario que también compartió la carrera universitaria con el ascendente político. “En el ’84 ya era secretario de Comunicación Social del gobierno peronista de Danilo Baroni y estudiábamos juntos las últimas materias de la carrera. Como él laburaba todo el día, llegaba recién a la noche y se unía al grupo. Nosotros nos matábamos estudiando horas y horas, y él, de un vistazo, daba por estudiado el tema. Ya en el examen, nosotros a gatas entregábamos un par de hojas con nuestras respuestas mientras él solía entregar ocho, diez páginas”, añade. El niño que quería ser gobernador. Jorge Milton Coqui Capitanich Popovich nació en 1964, en la zona rural conocida como La Montenegrina, bautizada así por haber sido fundada por una oleada de inmigrantes de la península balcánica a principios de 1900. La colonia, enclavada a 30 kilómetros de Presidencia Roque Sáenz Peña, la segunda ciudad del Chaco, está integrada por pequeños y medianos productores que, en la década del ’70, formaron parte de la base social de las Ligas Agrarias que lideraba Osvaldo Quique Lovey, hoy funcionario de Capitanich en el Instituto de Colonización del Chaco. “Ya en la escuela primaria, Coqui era un chico diferente, muy inteligente. A eso de los diez años empezó a decir que sería gobernador de la provincia. Yo creo, que, como buen estratega que es, a esa edad ya maquinaba lo que sería su destino político”, recuerda un ex compañero de la escuela primaria. Durante la campaña electoral por la gobernación de 2007, en la que derrotara al radical Ángel Rozas, se le escuchó decir repetidas veces que quería ser el mejor gobernador de la historia del Chaco. Su obstinación por cumplir su sueño de infancia se demostró en su persistencia en competir por la primera magistratura. Antes de obtenerla en 2007, había perdido en dos ocasiones contra su contrincante histórico, Ángel Rozas. Su gestión, que atravesara diversas turbulencias como el público enfrentamiento con su actual ex mujer, la diputada nacional Sandra Mendoza, y las no menos escandalosas pulseadas con su vice, Bacileff Ivanoff, de algún modo ha ratificado su empeño de ser el mejor mandatario a la luz de los resultados que exhibe. Nace una estrella. En 1983, estudiando ya la carrera de contador público, y con 20 años, en una asamblea de agrupaciones, irrumpe la voz de un desconocido. La intervención cambiará la historia de la militancia peronista de la facultad de Ciencias Económicas. Hacia esa época, Franja Morada era la agrupación dominante en tanto que el sector justicialista estaba diluido en numerosos grupos carentes de una política de unidad y de peso para disputar el terreno a los jóvenes radicales. Coqui había llegado de La Montenegrina con lo justo para sobrellevar sus estudios. Lo aloja el contador Juan Carlos Benítez, ex ministro de Economía del gobierno de Deolindo Felipe Bittel en 1973, entonces, el ministro más joven del gabinete. La familia Benítez también era de Presidencia Roque Sáenz Peña. Coqui era muy amigo del hermano del ex funcionario. En esa casa empieza a formarse políticamente y lee vorazmente todo lo relativo al pensamiento nacional: Perón, Hernández Arreghi, Jauretche, Scalabrini Ortíz, John William Cooke. Se mune de una musculosa cultura política que saltará al ring en una asamblea del año 1983. De entre las exposiciones, cánticos y abucheos, un muchacho desconocido pide la palabra. Su sólido y apasionado discurso amansa hasta el silencio las aguas de la asamblea. Quienes fueron testigos del hecho todavía hoy lo recuerdan no sin admiración. “Pidió la palabra ese muchachito flaco y alto, y habló. Nadie sabía quién era. Fue tan contundente su discurso que, al cabo de la asamblea, las atomizadas agrupaciones peronistas se reunieron con el orador. Desde esa ocasión, Coqui unificó el peronismo universitario de Ciencias Económicas y efectivamente, le empezamos a hacer sombra a los radichetas…”, evoca su ex compañero de estudios. Loco por el fútbol. Desde su primera juventud, Coqui jugó en equipos de fútbol de Presidencia Roque Sáenz Peña. Y, dicen, jugaba muy bien, como mediocampista ofensivo por izquierda, o sea, como clásico 10. Aún hoy, con más años, más kilos y más preocupaciones, se las amaña para mantener su estilo de juego. Hincha de Boca Juniors, hoy preside el club Sarmiento de Resistencia, el uno de los dos grandes de la Liga Chaqueña de Fútbol, el otro es Chaco For Ever, conocido a nivel nacional por sus participaciones en los torneos grandes de la AFA. Con su llegada a la presidencia del club, Sarmiento se modernizó, tiene un nuevo estadio y ha devenido la mejor institución deportiva por la cantidad de disciplinas deportivas que se alientan en sus instalaciones de la avenida Alvear. En las canchitas de fútbol 5, dos veces a la semana juega ante diversos rivales, el Gober Team, el equipo del gobernador Jorge Milton. Y también, de tanto en tanto, traslada a sus jugadores hasta la cancha de For Ever, en la que suele enfrentar a un equipo compuesto por dirigentes del club albinegro. “Él reunió un equipo joven y como nosotros (la comisión directiva de For Ever) ya somos medio veteranos, hacemos entrar a Cravero, nuestro técnico, para hacer la cosa más pareja. Pero, es verdad, Coqui juega muy bien y por supuesto, manda en la cancha también”, nos cuenta el vicepresidente de Chaco For Ever. El irresistible ascenso. Con la misma velocidad con la que conduce sus automóviles (no le agrada tener choferes), Jorge Milton Capitanich Popovich, viene cumpliendo su íntima estrategia de poder. Desde los inicios como secretario privado del gobernador Danilo Baroni en 1987 hasta la actual designación como jefe del Gabinete nacional, Coqui avanza a paso firme hacia el Olimpo del poder de la Argentina. Acusado de “no tener calle”, de ser un producto de laboratorio, de ególatra y distante, Capitanich ha sabido esquivar el cañoneo por momentos inmisericorde de la oposición e incluso al fuego amigo. Y ha demostrado que, efectivamente, ya es uno de los mejores gobernadores de la historia provincial, aquel sueño nacido en un patio de recreo de la escuela primaria y bajo el sol inclemente del Chaco. 24/11/13 Miradas al Sur

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