lunes, 24 de febrero de 2014

“Son procesos desestabilizadores con retórica democrática”

Entrevista al periodista, analista de política internacional y director del sitio NODAL, Pedro Brieger. "Buscan partir todos esos procesos, pero no dejan de apostar a eso. La Alianza del Pacífico es un recurso, que se contrapongan por lo menos en el discurso, a la CELAC o a la UNASUR".
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Por Juan Ciucci
APU: ¿Cuál es tu análisis de la situación en Venezuela?
Pedro Brieger: Creo que para entender la situación de hoy en Venezuela hay que remontarse a las elecciones de 1998 cuando Chávez obtiene una amplia mayoría en la votación frente a la desintegración de los dos partidos tradicionales venezolanos que, en los últimos 40 años se repartieron el poder y manejaron la política económica. De ahí en más se abre una situación novedosa para Venezuela, de un gobierno que comienza a radicalizar su discurso a favor de lo que se llaman los sectores populares, los sectores más postergados, efectivamente postergados en una Venezuela que había tenido ingresos multimillonarios del petróleo. Se decía en 1998 que Venezuela había dilapidado cerca de 200 mil millones de dólares de ingresos petroleros o se habían llevado los sectores corruptos ligados al poder político, que es lo que explica también la desintegración de esos partidos.
Esos dos partidos no se desintegran por la mala dirigencia, por arte de magia o por la aparición de Chávez. Chávez es el emergente de la desintegración de esos partidos políticos que se habían robado prácticamente todo de Venezuela y se habían repartido el poder durante 40 años. De ahí en más, cuando comienza un proceso de cambio político y económico profundo en Venezuela, los sectores que habían quedado marginados y algunos nuevos sectores políticos que emergieron a raíz de la llegada al poder de Hugo Chávez, hicieron todo lo posible para derrocar a Chávez. En ese contexto se da el golpe de estado del 2002.
Después probaron todas las estrategias, en las electorales fueron perdiendo una elección tras otra. Hay que recordar que en 15 años ganaron una sola de manera clara, que fue un intento de reforma constitucional para que Chávez pudiera acceder a un nuevo mandato, algo que en su momento fue rechazado por la mayoría de la población. Pero Chávez fue ganando una tras otra todas las elecciones, incluso, la oposición perdió el referendum revocatorio. Y hay que tomar en cuenta que en los últimos dos años perdieron cuatro elecciones. Capriles pierde con Chávez en el 2012, pierden las municipales del 2012, Maduro le gana a Capriles en el 2013 y las municipales del 2013 también las gana el chavismo. Frente a esto la oposición queda en una situación desesperada, más allá de no poder rechazar la legitimidad del triunfo de Chávez. Es una postura ambivalente porque por un lado dicen que es una tiranía y por eso ganan las calles, pero por otro lado dicen que ellos respetan la institucionalidad democrática. Y se encuentran en un laberinto ¿Cómo hacer para derrocar a Chávez? Allí es donde comenzaron las diferencias internas también, un sector aparentemente liderado por Capriles plantea que hay que tener una solidez institucional a través también de movilizaciones pero a través del trabajo institucional para convocar a un referendum revocatorio en el 2016. Que es cuando se cumple la mitad del mandato de Maduro y que la Constitución venezolana permite efectivamente la convocatoria a través de la juntada de 4 millones de firmas a un referendum revocatorio, algo que intentaron con Chávez y fracasaron.
Y hay un sector que dice que para el 2016 falta mucho, faltan dos años y no podemos esperar, hay una tiranía, la gente quiere el cambio y además, no podemos soportar más este gobierno. Hay que explicar que a medida que este gobierno se sostiene y los cambios que va llevando adelante, obviamente gana adeptos y puede debilitar a la oposición que se queda sin estrategia. Creo que ese es el contexto que permite entender ahora porque los sectores más radicalizados, encabezados por Leopoldo López y  Machado dicen “hay que ganar las calles, la situación no da para más, este gobierno se cae”. Por lo tanto, en la interpretación que ellos hacen hoy en día es que el gobierno se cae, lo que nosotros tenemos que hacer es empujarlo. Esta es la lectura que ellos hacen de una realidad que me parece que no es así.
Además tienen otro problema porque no tienen mayoría en el parlamento, por eso no  pueden apelar a un golpe parlamentario como fue el caso de Fernando Lugo en Paraguay o el de Zelaya en Honduras, ni Lugo ni Zelaya tenían mayoría parlamentaria. Maduro la tiene, por lo tanto no pueden llevar adelante un golpe parlamentario y tampoco pueden utilizar a los militares ¿Qué les queda? Les queda desestabilizar, evitar que este gobierno pueda gobernar, debilitarlo, crear confusión, manifestaciones callejeras, todo esto debilita al gobierno. Cualquier gobierno se ve debilitado cuando hay movilizaciones en las calles, cuando hay muertos, cuando  hay inestabilidad. Porque no puede gobernar bien un gobierno que está dedicado a apagar los focos de incendio que se le dan todos los días en diferentes provincias, eso es claramente un plan para desestabilizar.
APU: En ese marco el gobierno también hace mención a la injerencia extranjera, eso lo remarcaba como una especie de reacción ante lo que fue el encuentro de la CELAC en La Habana ¿Cómo analiza eso?
PB: Es muy difícil saber exactamente cómo están interviniendo fuerzas extranjeras, no cabe la menor duda que desde EEUU se apoyó y se apoya a los sectores opositores, con dinero, con formación política, lo hicieron en el 2002 y lo siguen haciendo hasta el día de hoy, eso no es nuevo. También es verdad que hay condiciones internas que permiten que el apoyo financiero tenga algún efecto político. Está claro que el desabastecimiento es un problema heredado que el gobierno no logra resolver, está claro que hay problemas económicos, está claro que hay problemas de seguridad en las calles, hay muchas muertes, hay mucha violencia, este es un problema heredado, tampoco es un problema ni de Maduro ni del chavismo. Yo cubrí las elecciones en Venezuela en diciembre del ´98 y ya en ese momento me habían dado todo tipo de advertencias apenas llegué a Caracas respecto del tema de la seguridad en las calles, cómo caminar, por donde caminar.
El problema no es nuevo, el problema que tiene este gobierno es que no lo resuelve, entonces el reclamo de la población tiene que ver con los problemas de hoy, no con los problemas de ayer ni de años y es el gobierno el que tiene que resolver los problemas de la violencia y no lo logra hacer por múltiples motivos. Pero no logra dar una respuesta a un problema que es real, la violencia en las calles, el problema de la economía, el problema del desabastecimiento, no logra encontrarle la vuelta al problema del aumento de los precios, al problema de las corridas bancarias. Además hay muchos señalamientos, incluso internos de altos niveles de corrupción, esto también existe, ya no alcanza con decir que la corrupción reinaba en otra época, que se daba hace 20 años, hay corrupción hoy, esto también es real, son varios los problemas que enfrenta este gobierno.
APU: ¿Cómo analiza la tensión que pueda existir entre la legitimidad de algunos de los reclamos que  hacen los que salen a las calles y la intención golpista que tienen otros sectores?
PB: Está claro que la oposición apuesta al descontento real para movilizar y tomar al gobierno, de eso no cabe la menor duda, hace lo que hace cualquier sector opositor en cualquier otro país cuando su objetivo es debilitar a un gobierno. Se monta sobre un reclamo real, sobre un descontento real y logra movilizar a diferentes sectores, en este caso, sectores de estudiantes que se oponen al gobierno y que están con las filas de la oposición que creen que lo que hay en Venezuela es un gobierno castrista manejado por los comunistas cubanos. Hay un odio muy profundo, una polarización muy profunda en Venezuela y ese discurso creo que cala en diferentes sectores, no solamente en sectores de capas medias y altas, sino también en sectores populares que ven que los problemas de la vida cotidiana existen y que es este gobierno el que no logra resolverlos.
APU: ¿Cómo analiza a nivel regional y global esta situación? ¿Le parece que eso también es un plan en toda América, tiene que ver con la multipolaridad que se está dando en todo el mundo?
PB: Yo no creo que exista un plan organizado desde la Casa Blanca para tumbar a todos los gobiernos, sí creo que desde la Casa Blanca hay una visión regional que plantea que hay que tener gobiernos afines y cuando no hay gobiernos afines, hay que sostener a los grupos opositores para debilitar a estos gobiernos. Lo han hecho en Venezuela, en Ecuador, en Argentina, en Bolivia. En este conjunto de países progresistas, en el amplio sentido de la palabra, como digo siempre porque es muy difícil encasillarlos. Está claro que desde EEUU y los sectores de la derecha regional lo que hacen es buscar la desestabilización de estos gobiernos, debilitarlos para que caigan. En el caso de que exista una coyuntura como la de Honduras y Paraguay, de gobiernos débiles porque no tienen la mayoría  parlamentaria, está claro que se puede apelar al recurso parlamentario para sacarse de encima presidentes progresistas.
Además con una nueva modalidad que es acusar al gobierno de turno de ser anticonstitucional, de violar la constitución. Tanto en la Argentina, en Bolivia, en Ecuador, en Venezuela, y en Honduras, el eje de la acusación pasa por sostener que los gobiernos son los que violan las constituciones, por lo tanto, son gobiernos ilegítimos que llegaron al poder pero que hoy violan la constitución, por lo tanto hay una legitimidad al destituirlos. Esto fue lo que pasó en Honduras y en Paraguay, se construyó una legitimidad discursiva para destituir a Fernando Lugo  y a Manuel Zelaya, incluso, de manera inteligente respetando en los dos casos el cronograma electoral, porque ellos no decían que era un golpe de estado, negaron que lo fuera, a mi juicio lo fueron, fueron golpes parlamentarios, en los dos casos y con ayuda militar en el caso de Honduras.
Pero lo que decían de manera inteligente era que ellos iban a respetar el cronograma electoral, no suprimieron a los partidos políticos, sólo los debilitaron, Lugo no fue arrestado pudo continuar en Paraguay a diferencia de Zelaya que tuvo dificultades para regresar. Está claro que en los casos donde se los puede derrocar, desde EEUU se contribuye a derrocarlos de manera directa o indirecta. Pero no hay que pensar en los términos de los golpes de estado de la década del ´70: donde cierran el parlamento, anulan procesos electorales, prohíben partidos políticos o sindicatos. Esto no es así, no es esa variante lo que se está dando, lo que hay son procesos desestabilizadores mucho más complejos con un discurso además muy basada en la retórica democrática a pesar de que algunos de estos sectores claramente como en el caso de Venezuela, ha participado del golpe de estado del 2002. EEUU financia los sectores opositores sin lugar a duda a través de todo tipo de instituciones, ongs, organizan cursos y seminarios para formar nuevas generaciones de políticos, esto lo hacen todo el tiempo, tienen diálogos con sectores de la Fuerzas Armadas o con la policía como en el caso de Ecuador, sin lugar a dudas. Pero son mucho más inteligentes, han aprendido también de las experiencias anteriores y buscan debilitar los procesos de integración, buscan debilitar MERCOSUR, buscan debilitar UNASUR, buscan partir en realidad todos esos procesos, no lo han logrado. De hecho la CELAC nació y la OEA está bastante debilitada, pero no dejan de apostar a eso. La Alianza del Pacífico es un recurso, por ejemplo, cuatro países importantes que se contrapongan por lo menos en el discurso, después si lo logran es otro tema, a la CELAC o a la UNASUR.

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