martes, 27 de mayo de 2014

espectaculos Martes, 27 de mayo de 2014 TELEVISION › LA UNESCO HARA UN MONITOREO DEL NIVEL DE CALIDAD DE LA TELEVISION PUBLICA Otra herramienta para medir la pantalla

Por Emanuel Respighi
La TV pública es objeto de un arduo debate en el país, desde su misma creación, hace ya más de 60 años. El grado de pluralismo, diversidad, transparencia, calidad y acceso del sistema estatal mediático es una cuestión que siempre está en el ojo de la tormenta. Con mayores o menores argumentos, signados o no por intereses partidarios y/o comerciales, lo cierto es que en esta parte del mundo la discusión siempre se mantuvo encendida, cuando no indiferente en aquellos períodos en los que la TV pública fue directamente vaciada y olvidada por los distintos gobiernos. Esa discusión –o al menos parte de ella– comenzará a saldarse en algunos meses, cuando la TV Pública firme un convenio mediante el cual adoptará los indicadores de calidad elaborados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). La dimensión de este acuerdo se explica en que por primera vez en su historia los contenidos y la operatividad de Canal 7 será evaluada por una institución externa independiente, sobre la base de normas internacionales.
En junio de 2012, la Unesco publicó el trabajo “Indicadores de calidad de las emisoras públicas-Evaluación contemporánea”, un estudio en el que se detalla más de un centenar de preguntas agrupadas en diferentes ejes, con la finalidad de que de la evaluación de sus respuestas se pueda determinar el grado de calidad de las emisoras públicas asociadas. La guía de calidad elaborada por Eugenio Bucci, Marco Chiaretti y Ana María Fiorini, sobre la base de experiencias y bibliografía al respecto, desarrolla sus inquietudes en diferentes aspectos que rodean a la emisoras públicas: “Transparencia en la gestión”, “Diversidad cultural”, “Cobertura geográfica y oferta de plataformas”, “Patrón público (democrático y republicano) del periodismo”, “Independencia”, “Carácter público del financiamiento”, “Grado de satisfacción de la audiencia”, “Experimentación e innovación del lenguaje” y “Estándares técnicos”.
Si bien el texto se encuentra en etapa de adaptación al contexto cultural local, tal la recomendación del informe de la Unesco, vale la pena repasar algunos de los interrogantes que forman parte de la guía: ¿Se publican balances de forma regular? ¿Son auditados los balances por organismos externos independientes? ¿Se publican los costos detallados de la programación? ¿Existe un ombudsman o defensor del público? ¿Incluye la grilla programas destinados a públicos de diferentes regiones geográficas? ¿Se difunden producciones culturales generadas por las diversas regiones de cuya población se reciben recursos? ¿Están representados los diversos puntos de vista en los debates sobre ideas? ¿Existe un consejo editorial u órgano análogo independiente del gobierno y/o del órgano del Estado y/o del gobierno con el cual está vinculada en último término la emisora? ¿Tiene la emisora independencia para la producción de sus programas? ¿Tienen los periodistas autonomía cuando participan en programas y/o noticieros? ¿Es la originalidad del lenguaje una premisa básica para la creación de los programas? ¿Se sitúan los estudios de la emisora dentro de los mejores patrones técnicos disponibles?
Del resultado de estas y otras preguntas surgirá la evaluación de la calidad de la emisora estatal, cuyos informes se conocerán semestral o anualmente (aún resta definirse este punto). La Universidad de Buenos Aires, a través de la Facultad de Ciencias Sociales, será la encargada de desarrollar los mecanismos que permitirán implementar los compromisos que la TV Pública asumirá ante la Unesco, promoviendo una adaptación de la propuesta original al contexto argentino. Lo interesante del convenio que suscribirá la emisora estatal es que el mismo permanecerá como guía evaluatoria permanentemente, más allá de los gobiernos de turno. La TV Pública se convertirá, con este acuerdo, en el primer canal de este tipo en Latinoamérica en iniciar un proceso de adaptación e implementación de los indicadores del organismo internacional. No será el único: desde la Unesco adelantaron que ya tienen abiertas varias negociaciones con otros canales estatales de la región.
En caso de rubricarse el acuerdo, el proceso de trabajo entre las instituciones participantes será el siguiente: la UBA hace la adaptación de los índices, la TV Pública se compromete a cumplir esos indicadores, la Unesco certifica el procedimiento (podría sumarse la Relatoría de la Libertad de Expresión de la ONU) y, finalmente, la UBA elaborará los informes parciales periódicos y un informe anual. Esos informes permitirán conocer debilidad y fortalezas de la TV Pública argentina. Se estima que el acuerdo con la Unesco, que permitirá contar con indicadores objetivos de evaluación de la TV pública, se firmará en las próximas semanas.
“Es una herramienta concreta para mejorar la calidad de la TV Pública de la región”, cuenta a Página/12 Guilherme Canela, representante de la Unesco para el Mercosur. “Es importante que una emisora pública con la historia de la argentina se sume a nuestros indicadores. Es importante que se termine rubricando este convenio porque cuanta mayor calidad haya en los medios públicos, mayor democracia y pluralidad de voces habrá en el ecosistema mediático argentino. La democracia funciona sobre la base de, entre otras cosas, un sistema mediático en el que haya medios privados y públicos de calidad”, subrayó el representante.

–Según lo que pudo observar en su paso por Argentina, ¿cuál es el diagnóstico que desde la Unesco se tiene de la situación comunicacional en el país?

–No estoy en condiciones de ofrecer un diagnóstico de la realidad argentina. Lo que sí puedo decir es que la flamante legislación en materia de medios es un avance en la búsqueda de construir y garantizar un ecosistema amplio, donde todas las visiones puedan convivir con cierta posibilidad de ser escuchadas. Eso es algo que la Unesco celebra, porque una de nuestras finalidades como organización es garantizar la pluralidad y diversidad comunicacional de los casi doscientos Estados miembros. Una vez que las emisoras públicas se sumen a nuestros indicadores, con la información que de allí surja se podrán responder interrogantes que darán una pauta del nivel de la calidad de esos medios. El trabajo permitirá evaluar el nivel de calidad de la TV Pública a lo largo del tiempo.

–¿Cuál va a ser el rol de la Unesco una vez rubricado el acuerdo?

–Existen varios formatos posibles, que se están estudiando. El más sencillo es el de presentar el documento con las evaluaciones de manera pública, al que cualquier ciudadano pueda acceder. Desde la TV Pública nos están pidiendo que Unesco participe de algún tipo de comisión técnico-conclusiva, para que acompañemos a la UBA en detalle en el proceso evaluatorio y ofrecer ayuda técnica internacional para la concreción de este proceso, que no es sencillo. No es trivial evaluar la calidad de los medios públicos. No es suficiente evaluar a los medios públicos con una variable como la del rating. La herramienta de la Unesco ofrece 188 indicadores diferentes.

–¿Por qué cree que los indicadores de calidad elaborados por la Unesco alcanzaron tanto interés entre las televisoras públicas de la región?

–Valoramos muchísimo el papel de los medios públicos en la región. Es muy interesante lo que ocurre en América latina: hace 15 años no hubiéramos tenido esta conversación, básicamente porque el de los medios no era un tema de discusión pública: sólo se hablaba de las celebridades y las novelas. El rol de los medios es hoy tema de agenda pública en varios países de la región. Eso es un avance fundamental. El documento macro de la Unesco afirma que el sistema mediático debe consolidar la democracia y garantizar y proteger los derechos humanos, tiene que crear las condiciones para la diversidad y pluralidad, con la coexistencia de medios públicos y privados, que disuada la concentración de la propiedad. En materia de libertad de expresión, la regla de oro es que necesitamos más libertad de expresión y no menos. Es un tema árido, cuya discusión no es fácil, pero cada vez más se vuelve más evidente que la comunicación es un derecho necesario para consolidar la democracia.

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