lunes, 14 de julio de 2014

“El pueblo brasileño nunca mezcló política con fútbol” Por Federico Larsen. Periodista americalatina@miradasalsur.com

Al culminar la Copa del Mundo en Brasil llega el momento de los balances para los diferentes actores sociales involucrados. Entre ellos los movimientos sociales. Mucho se ha hablado acerca del descontento popular que se expresó en los días previos y durante los partidos del Mundial, y ahora que el país se apresta a volver a la normalidad, volverá el debate acerca de cómo resolverlo. Joao Pedro Stedile, principal referente del movimiento social más grande de América latina, el Movimento dos Trabalhadores Sem Terra de Brasil, aseguró, contrariamente a lo que muchos analistas políticos sostienen, que el Mundial “no fue una vidriera para tapar los problemas sociales”. El economista, y uno de los más conocidos abanderados de la reforma agraria en su país, afirmó que los movimientos populares reaccionaron de manera heterogénea ante la realización de la copa. “Un pequeño grupo más articulado por anarquistas e infiltrado por el Black Block, y acá en Brasil hay infiltración policíaca entre ellos, levantaron la consigna de que no iba a haber copa, y luego promovieron algunos actos muy violentos. Pero son pequeños grupos. Luego hubo algunos movimientos populares, vinculados al movimiento por la vivienda, que aprovecharon la atención de la prensa e hicieron tomas de terrenos desocupados que había en San Pablo, algunos en Belo Horizonte y otros en Río. Lo que hicieron esos movimientos fue luchar por el poder concreto de la clase trabajadora, y sólo aprovecharon el período del calendario, por el clima de la copa y por la atención de la prensa. Y hay un tercer grupo de movimientos populares que entendíamos y apoyamos a los que tenían exigencias puntuales, pero nos quedamos en la denuncia de lo que significó la intervención de la FIFA en el país, el desperdicio de recursos públicos en las obras, y defendimos la idea de que los movimientos sociales deberían construir un proceso de lucha más grande que involucre a todos los movimientos populares para después de la copa”.
Efectivamente, las movilizaciones en torno de los problemas de vivienda en las grandes ciudades durante el Mundial lograron obtener fuertes triunfos. En la ciudad de San Pablo lograron la aprobación de un nuevo Plan Director de la ciudad que amplía sensiblemente la construcción de viviendas populares, y el compromiso de inversión para llevarlas a cabo. Así como los trabajadores del metro lograron un aumento salarial. Victorias arrancadas en pleno fervor futbolero y a pocos meses de las elecciones presidenciales y legislativas del próximo 5 de octubre. Y mucho se ha especulado también sobre el impacto de la cita mundialista sobre esos comicios. “El pueblo brasileño nunca mezcló política con fútbol”, aclaró Stedile al respecto . “Cuando termine la copa, la gente va a volver a la vida real y va a volver a movilizarse. No importan los resultados del fútbol. Eso no va a influir en las elecciones de octubre como algunos dicen. Ni para la derecha ni para la izquierda. Todas las copas coinciden con las elecciones cada cuatro años. Y la gente nunca mezcló el fútbol con la disputa electoral. En base al clima que hubo en el país con la realización de los juegos y la copa, y como el pueblo se comportó, pudimos verificar que la copa se transformó en una gran fiesta popular. Es como un carnaval fuera de época. Porque la gente, aun sin dinero para comprar los boletos, acompañó los partidos, fue a la calle a festejar. Se ha creado un clima de mucha alegría, de confraternización entre la gente.”
Sin embargo, no caben dudas acerca de las polémicas que trajo la organización del evento. “Hubo problemas e injusticias. Y es una vergüenza lo que ocurrió con la copa porque la FIFA va a recaudar, según la prensa, alrededor de 5.000 millones de dólares de ganancias netas. Que van a trasladar para Suiza sin pagar ningún impuesto. También se sabe que para hacer la reforma de los estadios y de la infraestructura de transporte hacia los estadios, en algunas ciudades el gobierno invirtió alrededor de 4.000 millones de dólares. Pero esos valores para nuestra economía no son tan significativos. 5.000 millones de dólares a la FIFA son pocos frente a los 140.000 millones que cada año el gobierno entrega a los bancos en conceptos de interés de la deuda interna. Lo que hizo la FIFA fue mucho más una agresión política que afectó nuestra soberanía. Porque ellos vienen, imponen sus reglas y dejan en claro que la Copa del Mundo es de la FIFA, no de Brasil”.
Para el futuro cercano, Stedile aseguró que se viene un período de grandes movilizaciones entre la finalización del Mundial y los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro. “Pienso que en los próximos años, independientemente de los calendarios deportivos o electorales, vamos a ingresar en un nuevo periodo histórico con un mayor ánimo por parte de las nuevas generaciones para la lucha social. Los problemas estructurales que tenemos son muy claros. Hay un déficit habitacional en las grandes ciudades tremendo. De 8 a 10 millones de viviendas. Hay problemas serios en el transporte público. Estamos viviendo un infierno. La gente tarda 2 o 3 horas para ir al trabajo y paga caro. Tenemos un problema grave en la matriz tributaria, porque aquí sólo pagan impuestos los pobres, los ricos no pagan. Desde los tiempos del neoliberalismo se modificaron los impuestos a todas las exportaciones de commodities mineras y agrícolas. Entonces las transnacionales dominan el país. Exportan lo que les da la gana, nos despojan de petroleo, de hierro y no pagan nada de impuestos. El gobierno se comprometió hace años con el Fondo Monetario Internacional y separa el 30% de todo lo que recauda para el pago de intereses de la deuda interna a los bancos, y nadie sabe explicar por qué. Tenemos problemas con la tasa de interés, que es la más alta del mundo. La reforma agraria está paralizada. Esos problemas forman un caldo de conflictividad social que a mediano plazo seguro resultarán en movilizaciones masivas para tratar de resolverlos. Para encontrar la salida a esos problemas hay que hacer una reforma política. Porque la burguesía brasileña se agarró el Congreso, el Poder Judicial y los medios, como sus trincheras para defender sus privilegios. Entonces tenemos que hacer cambios en la forma de elegir los candidatos al Congreso, a los gobernadores e intendentes. Para que la voluntad del pueblo esté garantizada. Y esa reforma política sólo se puede lograr convocando a una asamblea constituyente electa bajo otros marcos, que sea representativa de la composición social de nuestra población. Tanto los temas estructurales como la reforma política yo creo que son los puntos que de aquí en adelante van a dirigir las acciones de los movimientos populares en Brasil”.
Sin embargo, para la política Brasilera, el momento más importante luego de la final de la copa será el de las elecciones. “En octubre habrá tres candidaturas que se disputarán la posibilidad de ir a segunda vuelta. Dos de ellas, la de Dilma, y la de Eduardo Campos están en el mismo proyecto ideológico que es el neodesarrollismo. Y hay una tercera que es de la derecha que quiere restaurar el neolibealismo a la Menem. Lo ideal sería que en segunda vuelta vayan las dos candidaturas neodesarrollistas. Por lo menos no causaría mayores tragedias. El gobierno apuesta a llegar a segunda vuelta enfrentando al neoliberalismo. Porque eso le daría mayores posibilidades de victoria. Pero nosotros, desde los movimientos sociales creemos que la posibilidad de victoria neoliberal sería una tragedia social. Sin embargo, independientemente del resultado electoral, nos tenemos que preocupar por organizarnos, de­sarrollar la lucha social y tratar de unificarnos en una plataforma política que ayude a concietizar a la gente y a movilizar para abrir espacio a un proceso de mayor participación popular en la vida política del país”.

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