jueves, 17 de julio de 2014

Escenarios de pesadilla en Gaza

La perversa aritmética de la guerra indica que las primeras 72 horas de bombardeos punitivos israelíes contra la Franja de Gaza, dejaron un saldo de 88 muertos de los cuales el 70% son civiles y 22 son niños. La cifra podría incrementarse con el correr de las horas si Israel cumple con su amenaza de iniciar una ofensiva terrestre, para lo cual ha movilizado a más de 40.000 reservistas y ha avisado por vía telefónica a la población palestina que vive en la zona fronteriza de Gaza que abandone sus viviendas. El hecho de que Hamas haya lanzado tres misiles de largo alcance –que fueron interceptados por las baterías defensivas Cupula de Hierro– contra la estratégica central nuclear de Dimona, el sitio donde Israel ha enriquecido el uranio para dotarse de un arsenal de 250 cabezas nucleares, podría precipitar un escenario de pesadilla que desde hace años figura en la carpeta de los planificadores militares israelíes bajo el eufemístico título “Operación Playa de Estacionamiento”, que consiste nada más y nada menos que en arrasar Gaza y convertirla en una gran playa de estacionamiento, en el caso de que Dimona sea blanco de un ataque terrorista o si un cohete de Hamas logra perforar la barrera antimisiles.
Tras llegar con sus cohetes a las céntricas zonas de Jerusalén y Tel Aviv y acercarse a las puertas de la norteña Haifa (situada a casi 140 kilómetros de Gaza), Hamas ha logrado alcanzar casi todo el territorio israelí en los tres días de operación “Margen Defensivo”.
“Sabíamos que Hamas tiene proyectiles de largo alcance ya sea importados gracias al contrabando o de fabricación propia. Teníamos previsto que, en caso de escalada, los usarían”, afirma al diario El Mundo un oficial de la Inteligencia israelí.
“Israel ha lanzado una guerra generalizada contra el pueblo palestino. Nos esperan días muy difíciles”, denuncia el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Abu Mazen. El vocero de Hamas, Sami Abu Zurhi, añade: “Tener como blanco a mujeres y niños es una prueba del fracaso del enemigo”.
En conversación telefónica con varios líderes mundiales, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó que “Israel hace lo posible para evitar la muerte de civiles. Hamas comete un doble crimen. Ataca de forma deliberada a civiles israelíes usando como escudo a civiles palestinos. Hamas rompió la tregua, no escuchó nuestros avisos y ahora lo está pagando”. Sin embargo, las declaraciones de Netanyahu quedaron desmentidas por la realidad, cuando rechazó una oferta de mediación del presidente norteamericano Barack Obama.
El líder de Hamas en el exterior, Jaled Meshal, rechaza la fórmula “calma a cambio de calma” y responsabiliza a Netanyahu “y su banda de criminales” de la actual situación. En un mensaje directo a los israelíes, añade: “Deben protestar ante su gobierno de radicales que, por su culpa, están en los refugios”.
Con un arsenal de 10.000 proyectiles y cohetes, Hamas dispone de varios centenares de largo alcance como los de fabricación propia (M-75) y contrabando (M-302). Hace 12 años, Hamas presumía de un nuevo cohete casero. Lo llamó “Qassam” y volaba tres kilómetros. El objetivo era la vecina Sderot. Hoy, su brazo se alarga 140 kilómetros de Gaza y alcanza las puertas de Haifa. Con centenares de millones de dólares invertidos, el apoyo de Siria e Irán y teniendo como modelo al grupo chiíta Hezbollah, Hamas ha multiplicado su arsenal. En cualquier caso, no es comparable al arsenal israelí.
Israel fue más proclive a aceptar un alto el fuego en la Operación Pilar Defensivo (2012) ya que en sus raids iniciales ya consiguió destruir numerosos cohetes de largo alcance y matar al poderoso jefe del brazo armado, Ahmed Jabari. Esta vez, Israel no ha golpeado todavía el arsenal de largo alcance o a sus principales cabecillas y líderes. El grupo islamista, por su parte, aunque el alcance de sus proyectiles amenaza ya al 80% de los israelíes, aún no ha conseguido provocar muertos. Pero además, Israel pretende abortar el acuerdo entre las facciones palestinas de Fatah y Hamas, sellado el 23 de abril, que el 2 de junio cuajó en un gabinete de tecnócratas que trata de llevar las riendas de Cisjordania y Gaza.
Según la periodista Carmen Rangel, “ese acuerdo ya se encontraba en una situación inestable antes del estallido de la violencia, arrastrando la complejidad de poner a trabajar juntos a quienes han estado mortalmente enfrentados en los siete últimos años y que afrontan retos de enorme dificultad, como el fin de la división geográfica de los palestinos y la integración de las milicias armadas en las fuerzas de seguridad.”
En el entorno del primer ministro, Rami Hamdala, se reconoce, pese al optimismo obligado, que ya sin conflicto es una “tarea titánica” convocar las prometidas elecciones dentro de cinco meses e hilvanar dos realidades distintas tras las viejas enemistades.
Israel señaló a Hamas como ejecutor del crimen de los tres muchachos colonos secuestrados cerca de Hebrón en junio. Por extensión, culpó al presidente Abbas, de Fatah, por aliarse con “terroristas”. Este hecho ha servido para que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, encuentre una ventana de oportunidad para dar el golpe de gracia a la unidad política palestina. Pero salvo el titular de Exteriores, Riad Malki, quien dijo en público que si hubiese pruebas contra Hamás “el acuerdo estaría en peligro”, nadie ha querido abundar en esa línea.
“Netanyahu está muy equivocado si cree que va a triunfar su estrategia, porque nos hemos unido en torno a las necesidades y los intereses de los palestinos. La apuesta sigue en pie, pese a que intenta debilitar al gobierno. Creemos en la solución de dos Estados y contamos con el respaldo de la comunidad internacional”, advierte Xavier Abu Eid, portavoz de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

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