lunes, 30 de marzo de 2015

Los enigmas del futuro Por Jorge Muracciole

A sólo siete meses de las trascendentales elecciones de octubre: de la profundización del modelo al peligro restaurador.

Día a día el clima preelectoral atraviesa con mayor incidencia el interior de las distintas fuerzas políticas en la República Argentina. Más allá de la puja de los múltiples candidatos para las PASO, la novedad de las últimas semanas fue la consolidación de un bloque opositor conformado por el PRO y la incorporación al espacio de centroderecha, de las huestes del radicalismo, decisión adoptada en votación dividida por la Convención de la UCR de la última quincena en la ciudad de Paraná. Con esta histórica decisión, el antiguo sueño de los popes de la prensa opositora, que emergió durante la crisis de las retenciones móviles del otoño de 2008, se hace realidad.

Al confluir en una misma fuerza opositora dos espacios históricamente diferenciados. La Unión Cívica Radical incorporada a la internacional socialdemócrata desde la gestión de Raúl Alfonsín y el espacio del aggiornado conservadurismo neoliberal, heredero de los postulados económicos del menemato, hoy liderado por el otrora exitoso dirigente deportivo el ingeniero –en retiro efectivo– Mauricio Macri. Se ha alterado el tablero opositor, al afectar con la nueva alianza las potencialidades electorales de la tercera pata opositora la disidencia peronista representada por el massismo. Ante tamaña novedad, polarización será el escenario inevitable de un año electoral donde se tendrá que debatir, con el común de la ciudadanía, los dos proyectos de país que competirán en las urnas. Cualquiera de los candidatos del Frente para la Victoria para las PASO que logre vencer en las internas tiene una sola opción: la profundización del proyecto iniciado en el otoño de 2003. Aunque algunos de los candidatos afirman ser tan sólo la continuidad del modelo. Trataremos de desarrollar en las próximas líneas por qué se torna imposible la continuidad del actual proyecto sin un profundización que permita la gobernabilidad.

Pensar que es posible ser consecuente con la políticas de inclusión desarrolladas en más de una década, y mantener y avanzar en el juzgamiento de todos los responsable implicados en el terrorismo de de Estado, tanto en su entramado civil como el de las fuerzas represivas; continuar con la alianza estratégica de la Unasur, y la CELAC, en la consolidación de un bloque regional capaz de garantizar la soberanía de nuestros países en relación con la política imperial de Estados Unidos de Norteamérica. O avanzar en la gran batalla pendiente contra la desigualdad aún existente, sin confrontar con los sectores financieros y los poderosos de siempre, será un grave error que seguramente pondrá en peligro los logros e hipotecará el futuro de la inmensa mayoría que vive de su trabajo. Por tal razón, no será menor la decisión que el partido gobernante y sus aliados deberán asumir en las PASO. El dirigente político que se haga cargo de las tareas pendientes del Frente para la Victoria, en un supuesto nuevo mandato, para intentar llevar adelante sus objetivos estratégicos sin claudicaciones, deberá resolver correctamente tres cuestiones diferenciadas pero intrínsecamente interrelacionadas. Continuar y mejorar en lo atinente a una efeciente gestión, que vaya resolviendo problemas heredados en materia de salud, déficit habitacional, calidad educativa y mejoramiento de las condiciones de trabajo de más de un 35% de trabajadores precarizados, mejorando su poder adquisitivo y su estatus convencional con igualdad de derechos con los demás asalariados insertos en la formalidad laboral. Para poder garantizar esos objetivos se torna imprescindible potenciar la organización democrática de la sociedad, con un salto en el crecimiento organizativo en el ámbito territorial de las barriadas y en la creciente incorporanción en el mundo del trabajo de cientos de miles de jóvenes trabajadores que en su lugar de producción no pueden hacer real sus derechos democráticos de organización. Debatir un nuevo modelo sindical acorde con los desafíos por venir, que sepa articular lo mejor de la historia del sindicalismo con las nuevas camadas de trabajadores que aporten su nueva impronta al devenir gremial, será otra de las garantías para impedir los potenciales boicots y las maniobras de desabastecimiento o especulación que puedan afectar el poder adquisitivo de la inmensa mayoría de la población.

Por su parte, la derecha con su nuevo liderazgo tendrá dos opciones para seducir a su potencial electorado, intentar disimular sus planes de gobierno en lo concerniente a los recortes presupuestarios, minimizando sus inevitables efectos sobre el universo de conquistas recuperadas en los últimos años por los gobiernos kirchneristas. Evitando aclarar los pormenores del plan devaluador y sus efectos en el poder adquisitivo de los asalariados.

Medidas que afectaran el círculo virtuoso de producción, consumo, inversión propio de la batería de políticas neokeynesianas implementadas por los sucesivos gobiernos del Frente para la Victoria. Esta actitud no es novedosa en la historia electoral de la República, hay quien dijo alguna vez que "si decía lo que pensaba hacer en su gobierno no hubiera ganado las elecciones". La otra alternativa, la más sincera, será apoyarse en su electorado puro y duro en términos ideológicos, y sostener sin complejos que, para lograr el país de los sueños de los sectores más concentrados de la economía, se tendrá que desandar muchas de las medidas adoptadas por el "monstruo populista", que gobernó los últimos 12 años.

Quedan aún siete meses para las elecciones de octubre. Lo más provechoso para el futuro de nuestra sociedad sin exclusiones es que las fuerzas políticas desarrollen un debate profundo y pormenorizado, no sólo del país que pretenden, sino de las políticas necesarias para lograrlo.

iNFO|news

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