viernes, 22 de mayo de 2015

La otra Revolución de Mayo




Por Carlos Torrengo

Y un día de aquel mayo de 1810 fue la Primera Junta.
La mandaba don Cornelio Saavedra. Hoy tendría un alias racista: "Bolita", dice Pacho O'Donnell. Porque era boliviano Saavedra. Era el más veterano del conjunto. Y era también un desierto en materia de méritos políticos e intelectuales para el cargo. Y dicen, los que dicen saber, que andaba en negocios turbios. Turbios al menos para el monopolio mercantil que la estúpida corona española imponía en su imperio. Contrabando. En eso parece que andaba don Cornelio.
Pero en aquel mayo don Cornelio tenía los fierros. Y claro, en política los fierros no son chocolatines. Son fierros.
Porque en el batifondo que se armó con la Primera Invasión Inglesa, don Saavedra había comandado una entusiasta murga de arcabuceros. A bayonetazos y disparos de pólvora de baja calidad pusieron en fuga a la Rubia Albión. Ahí, esa "Barra Brava" se transformó en Regimiento de Patricios.
Hoy cuidan el Cabildo. Uniforme de época. Lindo uniforme.
Conservador don Cornelio. O moderado, en todo caso. Le gustaba a medias eso de romper sin más con España. Entonces, le molestaba el ala más revoltosa de la Junta. Ala que reconocía en Mariano Moreno a uno de sus fogoneros.
Pasado el jolgorio de los primeros días en el poder, agotado el aguardiente del festejo, entre Cornelio y Mariano, sólo desprecio y conspiraciones.
Y así comenzó a tomar cuerpo una ley de hierro con larga historia: toda revolución se devora rápida y vorazmente a sus hijos más dilectos.
Mariano Moreno. Tenaz. Sólida formación intelectual lograda en tierra del "Bolita" Saavedra: Chuquisaca. Su universidad. En un lugar donde un cura de espíritu inquieto le abrió su biblioteca. Su oculta biblioteca. Escamoteada a la mirada censora de la España que daba la espalda a la mudanza de ideas que venía desparramando tumultuosamente la Revolución Francesa. La de Robespierre, Dantón, Saint Just, Marat y etc., etc.
Y ahí Moreno leyó, entre otros, El Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau. De vuelta a Buenos Aires prologará una edición de 200 ejemplares.
Precario de salud Moreno. Mientras sus amigos Vieytes, French, Monteagudo se gastaban sus años mozos en parrandas las noches de aquel Buenos Aires de algo más de 30.000 habitantes en los días de aquel año 10, él escribía y escribía siempre bajo resfrío.
¡Monteagudo!... Buen mujeriego Monteagudo. En sus andanzas revolucionarias trepó hasta Lima. Y enloqueció de amor a las monjitas de un convento de cerrao y cerrao. Y por las noches, "Monti" trepaba un paredón. Luego montaba monjitas.
Y quizá fue por polleras que una madrugada de aquel norte en revolución, "Monti" recibió una puñalada trapera. Se desangró. Murió. Y el asesino se perdió en la noche larga de la historia.
Periodista Moreno.
Y duro contra toda duda sobre que el absolutismo monárquico debía ser borrado en esta parte del planeta.
Esa dureza estalló un amanecer de aquel invierno de revolución. Moreno se enteró de que con alcohol mal subido a la cabeza, la noche anterior en una fiesta, un capitán de apellido Duarte colocó una rosca de caramelo sobre la testa de Saavedra. Y pidió un brindis por el "nuevo rey del continente¨. O algo parecido.
Moreno no demoró la respuesta. Como secretario de la Junta, emitió el Decreto de Supresión de Honores... "Ningún ciudadano, ni ebrio ni dormido puede..." promover el retorno de una corona al gobierno de...
Carlos Torrengo
carlostorrengo@hotmail.com

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