miércoles, 29 de julio de 2015

COMO PARA NO ALARMARSE

La caída de las bolsas en China no afectará su posición geopolítica ni el vínculo que el gigante asiático tiene con América Latina. Es una lectura errada pensar esta situación en términos occidentales y creer que a un inversor internacional esto le pueda afectar como si cayeran las bolsas de Tokio, Londres o Nueva York, ya que las tenencias de los títulos extranjeros rondan sólo el 1 o 2% de los títulos que hay en la Bolsa de Shanghái.
Lo interesante de la caída de la bolsas chinas es que, así como el gigante asiático fue haciendo reformas graduales sobre temas importantes a lo largo del tiempo, como por ejemplo la reforma del sistema financiero en 1995, lo que está haciendo ahora es permitir que mayor cantidad de empresas coticen en la Bolsa de Shanghai. Además, permite que su creciente población de ingresos medios pueda invertir en la Bolsa. De esta manera, el precio de los títulos queda obviamente escindido de la expectativa de ganancia.
Sin embargo, en China la inversión bruta fija se mantuvo durante los últimos años en torno al 50 por ciento. Esto quiere decir que una economía con poco consumo y una alta tasa de inversión hicieron que el ratio de ganancia sobre la inversión sea más chico. Eso es lo que originó la crisis de la bolsa china.
A mi juicio, esta situación no debilitará la posición que China tiene en el mundo. De hecho, hace pocos días se publicó el ranking Fortune Global 500 2015, donde 98 empresas de capital chino se encuentran entra las 500 de mayor facturación del planeta. Es decir, son más que antes. Entre ellas, la petrolera estatal Sinopec quedó como la segunda, detrás solo de la cadena de supermercados Walmart.
No creo que la caída en la bolsa de China vaya a comprometer su relación con América Latina, con la cual tiene gran cantidad de inversiones, la mayoría de empresas de capital estatal.
Si uno ve el Plan Quinquenal de 2011, los chinos tienen proyectado seguir creciendo al 7% anual. Y para lograrlo necesitan seguir comprando empresas hidrocarburíferas y seguir invirtiendo en la Faja del Orinoco en Venezuela o en la Refinería del Pacífico en Ecuador, por ejemplo. Es decir que China seguirá teniendo esa voracidad por productos básicos, como también continuará siendo el primer consumidor de energía eléctrica y el primer emisor de dióxido de carbono del planeta.
De la misma manera, China seguirá necesitando productos básicos y en especial de agua, ya que tiene el 70% de los cursos de agua contaminados. Esto permite vaticinar que la lógica de las inversiones chinas no se alterará. «
* Docente Universidad Nacional de Moreno (UNM) y UBA.

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