lunes, 26 de diciembre de 2016

Reportaje a Augusto y María Salomé Carrillo, sobrinos de Ramón Carrillo El doctor Ramón Carrillo (1906-1956) Por Pedro Pesatti*, 2006

"Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas". Así pensaba el padre de la medicina social de la Argentina, cuyas ideas, cincuenta años después de su paso por la función pública, provocan la sensación de que el tiempo no pasa.

Los sobrinos del gran sanitarista y primer ministro de Salud Pública que tuvo este país, refieren en este reportaje la vida de un argentino que fue sometido al exilio y a la muerte lejos de su patria, como sucedió con tantos otros grandes hombres de la historia nacional.
Augusto Carrillo es licenciado en Relaciones Públicas y coautor, junto con su padre Arturo, del libro "Ramón Carrillo. El hombre, el médico, el sanitarista". Su hermana, María Salomé, es médica psiquiatra. Ambos están empeñados en la divulgación de la vida del doctor Ramón Carrillo, en la tarea de transmitirle a las nuevas generaciones el contenido de un nombre que designa hospitales, calles y agrupaciones políticas.
"Todo el mundo conoce a Carrillo, pero apenas algunas breves referencias sobre lo que hizo. Lo importante es que podamos conocer a fondo su pensamiento. De poco sirve recordarlo si no somos capaces de aprovechar lo que él más hubiera querido: sus ideas, verdaderamente revolucionarias, que marcaron un antes y un después en las políticas de salud de la Argentina", señalan ambos.

- ¿Cuál fue el motivo por el cual su padre y usted escribieron un libro que, llamativamente, es el primero que aborda íntegramente la vida de un hombre que tuvo enorme influencia en las políticas de salud que se aplicaron en la Argentina durante la etapa del peronismo histórico?

-Augusto Carrillo: Los Carrillo eran once hermanos, siete varones y cuatro mujeres. El mayor de los varones era Ramón y el más chico Arturo, mi padre. El sintió que tenía una responsabilidad: garantizar que la obra de su hermano no quedase en el olvido. Durante años se dedicó a recopilar sus escritos, libros, documentos, información de la más variada, y cinco años atrás decidimos escribir un libro, para lo cual convocamos a un grupo importante de colaboradores. Es cierto que mi tío no era ni es un desconocido, ni hacía falta un libro para que se lo conociera. Sin embargo, ese conocimiento sobre su vida y su obra es, paradójicamente, escaso. Normalmente, en tiempo de elecciones, los políticos suelen invocarlo y también los funcionarios de turno. Hablar de Carrillo queda bien. Pero lo sustancial, lo que motivó la escritura del libro, suele contar muy poco. Lo que mi padre quería es que sus ideas sean retomadas, porque tienen una actualidad asombrosa, y para que no terminen siendo piezas de museo. Por eso lo acompañé en ese esfuerzo enorme que significó escribir un libro y publicarlo después.
-¿Quién lo editó?

-AC: Nosotros mismos, y ciertamente a puro pulmón. No encontramos a nadie que quisiera apoyarnos.
-María Salomé Carrillo: Es verdad. Parece mentira, pero publicar el libro resultó una odisea. Nosotros jamás nadamos en la abundancia ni gozamos de ningún beneficio por llevar el apellido que tenemos. Por lo tanto, emprender la publicación no fue fácil. Mi padre tuvo que romper la alcancía de sus ahorros y contar hasta su última moneda para poder editarlo. Alcanzó a ver los vegetales del libro, pero un mes antes de la presentación falleció.
-AC: Creo importante destacar el apoyo que nos dio la Cátedra de Neurocirugía de la UBA, que nos cedió el Aula Magna para presentar el libro en un evento que contó con la presencia de grandes médicos, muchos de los cuales fueron discípulos y colaboradores de mi tío. El, en tal sentido, fue el primer profesor titular de esa cátedra, cuando tenía treinta y seis años, y también rector de la UBA, tiempo antes de la llegada del peronismo al poder. Por otra parte, tanto mi padre como mis tíos Santiago y Marcos siguieron la misma especialidad, como neurocirujanos. Ramón fue de alguna manera quien los formó en este campo y el que les exigió que no participaran de la función pública mientras era ministro. No le gustaba lo que hoy es tan común: designar parientes a diestra y siniestra. De cualquier manera, cuando triunfó la Libertadora, todos cayeron en la volteada.
- El doctor Carrillo dejó el Gobierno de Perón un año antes del derrocamiento. ¿Por qué renunció a su cargo?
MSC: Se dijeron muchas mentiras, como por ejemplo que mi tío y Perón se habían peleado. No es así. El estaba muy enfermo y no podía continuar al frente del ministerio. Perón le ofrece otro cargo pero él decide viajar a los Estados Unidos en virtud del mal que lo aquejaba. Se va sin un peso y sin trabajo. Su enfermedad no cede, no encuentra cura, y un colega suyo le ofrece trabajar en Belén, Brasil, y allí se establece para ejercer su profesión en la tribu de los indios caboclos, que jamás habían visto un médico. No podía volver al país porque la Libertadora se lo impedía y poco después muere, en 1956, cuando apenas tenía cincuenta años.
-AC: La dictadura, además, no nos permitía repatriar sus restos. Recién en el ´72 pudimos hacerlo. Cuando Perón asume la tercera presidencia, nos pide rendirle un homenaje y por fin pudimos velarlo y darle la sepultura que se merecía.
-¿Cómo nace la vinculación de Carrillo con Perón?
-MSC: Mi tío era el jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Militar Central y poco antes del 17 de octubre se conocen en un pasillo. Perón ya tenía referencias sobre él porque sus trabajos ya eran muy conocidos en el país y en el extranjero.
-AC: Ambos trabaron una gran amistad. Mi tío tenía un trato directo con Perón, lo que le permitió trabajar con un gran apoyo. Ese día que se conocieron en un pasillo del Hospital Militar, Perón ya le anticipó su idea de crear un Ministerio de Salud Pública. No puede ser, le dijo, que en este país tengamos un ministerio para las vacas y no tengamos uno para atender la salud de la gente. Cuidamos más a las vacas que a los pobres. Esas palabras, seguramente, deben haber impactado mucho en mi tío, que tenía preocupaciones sociales desde su adolescencia.
-MSC: Hay que agregar también que con Evita tenía una relación muy especial, al punto que ella y Perón son los testigos de su casamiento con mi tía Susana. Formaban un trío magnífico: Perón ponía su liderazgo y su enorme capacidad de decisión política, mi tío sus conocimientos y Evita el corazón y el cuerpo. Un día, por ejemplo, Eva se entera que en el Castex la atención no era buena. Se presenta disfrazada de "grasita" y la hacen esperar un tiempo interminable. Cuando ya tenía probado cómo atendían a la gente, se saca el disfraz, llama al director y al jefe del Servicio Médico y pone el hospital patas para arriba. De esa manera se complementaba con mi tío.
-¿Cuáles son los aspectos más relevantes del pensamiento del doctor Carrillo?

María Salomé y Augusto Carrillo, 2006
-AC: La salud en la Argentina, creo que hoy nadie lo discute, se divide en un antes y un después de su paso por el Ministerio.
- MSC: Específicamente él advierte que lo social es clave y promueve en el campo de la medicina y de la salud una concepción sobre el hombre en su triple dimensión bio, psicoespiritual y social. Espiritual no en el sentido de la fe sino como ese punto donde se asientan los valores del ser humano. Antes del paso de Carrillo por la función pública sólo se ponía el acento en la enfermedad y además eran muy pocos los que podían acceder a un tratamiento adecuado. Por eso se oponía al uso de la palabra sanidad, que consideraba limitante. El decía que el hombre no sólo se enferma en su bios, se enferma también en su alma y en su mente. Si una persona no tiene trabajo digno, alimentación adecuada, vivienda, es muy difícil que ese hombre pueda vivir sano. Por eso, Carrillo inaugura la medicina social en la Argentina, producto de haber estudiado las experiencias que ya se registraban en Europa y en los grandes movimientos sociales de su tiempo. La medicina social trabaja sobre todo en la prevención y esta tarea involucra, desde luego, a la medicina, pero también otros campos del conocimiento.
- Usted me decía recién, Augusto, que su tío desde muy joven revela una preocupación por lo social. Siempre suele haber como un detonador. ¿En qué momento se manifiesta este compromiso en la vida de Carrillo?

-AC: Cuando él se va de Santiago del Estero y toma el tren para estudiar Medicina en Buenos Aires, queda impactado por la pobreza de los niños que ve pasar por la ventilla de su vagón en cada estación donde el tren se detiene. Esto lo marca mucho. Pero ya antes, a los dieciséis años, escribe un libro, "Glosa para los Humildes", en donde hace referencia a la situación de los empleados públicos que no tenían posibilidad de jubilarse.
-MSC: Cuando vuelve a su provincia, siendo ministro, piensa en un sistema en el que la gente no tenga que recorrer largos caminos para acceder a la asistencia médica. En ese momento el sistema estaba fragmentado: había centros para tuberculosos, para enfermos de chagas, para enfermedades venéreas, etc. Estos centros estaban repartidos en distintos puntos del país, con lo cual no era fácil, para un enfermo, acceder a ellos. Frente a este estado de situación, mi tío genera centros regionales para atender a las personas sanas, para hacer lo que hoy llamamos la atención primaria y centros especializados para los enfermos con enfermedades crónicas y complejas a los que eran derivados. Los centros de salud estaban al lado de la gente y eran el sitio desde donde se constituyó el sistema de salud.

-¿Encontró resistencias para llevar a la práctica su concepción de medicina social?
 Producción de El espejo retrovisor, programa conducido por Felipe Pigna por Canal 7, emisión del 09/09/09 (PARTE 1 - duración 20 minutos)

Producción de El espejo retrovisor, programa conducido por Felipe Pigna por Canal 7, emisión del 09/09/09 (PARTE 2 - duración 20 minutos)
-MSC: Seguramente debió haberlas tenido, pero hay que tener en cuenta que detrás suyo había un gran presidente que le dio todas las herramientas para ejecutar su proyecto.
-AC: El primer plan de salud propiamente dicho que tuvo nuestro país, y que formó parte del Primer Plan Quinquenal, lo produjo en cuatro meses, junto con un centenar de colaboradores, de distintas especialidades y profesiones, y sin distinguir si eran peronistas o no. Cuatro mil páginas en tres tomos conformaban el programa. Allí se planteaba un modelo centralizado en la concepción pero operativamente desconcentrado en regiones. El Ministerio de Salud existía realmente. Hoy tenemos una realidad distinta. En aquel momento tenía hospitales, institutos, equipos de científicos y de investigación. Y era conducido desde un enorme rigor desde el punto de vista de la planificación. Carrillo era casi un obsesivo en este punto. No le gustaba que nada quedara librado al azar. Además, como coinciden todos los que lo conocieron, era un hombre de una capacidad de ejecución incomparable. Mi padre solía referir un hecho que lo pinta acabadamente en este plano. Un día llegó a la Argentina un científico norteamericano con un proyecto para crear un centro especializado para la atención de quemados. Le pidió a mi padre que le consiguiera una entrevista con Ramón. Al otro día, a las nueve de la mañana, los recibió en su despacho. El doctor Kirshbaum comenzó a explicarle su proyecto y, en un momento dado, se dio cuenta de que Carrillo estaba como pensando en otra cosa. Kirshbaum se lo dice a mi padre. No te preocupes, le contestó: se pone así cuando está pensando. En un momento dado se incorpora con su metro ochenta y le dice al especialista: Usted será el primer director del Instituto del Quemado, cuya creación ya he decidido. Y discúlpeme si le pareció que no lo estaba escuchando. Inmediatamente llamó a su secretario y le dio instrucciones para que le facilitaran a Kirshbaum lo que necesitaba y, a los cuatro meses, el Instituto ya estaba funcionando a pleno.
-MSC: Pero así como era de ejecutivo también era distraído. Un día, cuando va a visitar a su novia Susana, lo lleva a un primo nuestro, Marcelo, que fue director del Ramos Mejía y actualmente es concejal de Pilar. Llega a la estación y su novia, que sabía que vendría a visitarla con su sobrino, le pregunta por Marcelito y ahí cae en la cuenta que se lo había olvidado en el tren.
-AC: Incluso llegó a lograr lo que parecía imposible: que Perón fuera impuntual. Es muy conocida la característica que tenía Perón de llegar a tiempo a cualquier cita y cómo se irritaba cuando alguien llegaba tarde a un encuentro. Pero un día Ramón lo invitó a visitar una exposición de cuadros en el Borda y la puntualidad de Perón cayó por el piso. Comenzaron a visitar la muestra y se quedaron varias horas conversando con los enfermos. Ese día Perón tenía una reunión muy importante con su Gabinete y la olvidó por completo.

-Carrillo fue además un gran innovador en otros planos que exceden el campo específico de la medicina.

-AC: Es verdad. Se interesó mucho por el arte de gobernar y eso se comprueba en su forma de gestionar. Pero también podemos citar el hecho de que fue el primero que trajo una computadora al país. Alquiló en Inglaterra una enorme máquina, que ocupaba todo el subsuelo del Ministerio, para hacer la primera estadística de salud de la Argentina. También desarrolló los principios de la arquitectura hospitalaria que dieron nacimiento a una cátedra específica en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires y que fueron adoptados en el mundo entero. Pero quizás una de las cosas más importantes que produjo fue bajar al médico del pedestal de un semidios para convertirlo en un trabajador de la salud. Cambio una filosofía, una cultura y una forma de pensar el ejercicio de la medicina. Para él, un médico debía tener la capacidad de analizar a su paciente en esa triple dimensión a la que hizo referencia mi hermana. Lo que predominaba antes de Carrillo era una mirada escindida del enfermo, tanto de su realidad social como de su entorno más inmediato. Por eso él articuló la acción de su Ministerio con casi todas las áreas del Estado. Si había un enfermo que vivía en una casa imposible de habitar, inmediatamente el Ministerio de Salud procuraba una vivienda digna para esa persona ante el organismo específico. ¿Quién puede vivir sano en una casa con humedad, sin calefacción, sin pisos, sin baño interior? De allí esa tarea interrelacionada que él instrumenta.

-¿Cuáles son los logros más importantes que usted incluiría en una breve reseña?

-MSC: Son muchos y resumirlos no es una tarea sencilla. En primer lugar, lo que hay que destacar es la introducción de lo que llamamos la medicina social en el campo de la salud. En otros planos es inevitable no mencionar la erradicación del paludismo, por ejemplo. También la duplicación de camas en los hospitales públicos en menos de nueve años. El ataque frontal contra las enfermedades venéreas y la sífilis que prácticamente desaparecen. La disminución de la mortalidad por tuberculosis, que pasó de 130 a 36 por cada cien mil habitantes. Erradicó epidemias como el tifus y la brucelosis y redujo la mortalidad infantil del 90 por mil a 56 por mil. Junto con ello, no se puede dejar de mencionar las Especialidades Médicas del Estado, un conjunto de algo más de cien monodrogas de acceso gratuito para las personas que no tenían acceso a los medicamentos. Es una de las primeras decisiones que toma cuando se hace cargo del Ministerio. Y la ejecutividad, su principal atributo como funcionario, para hacer en tan pocos años una revolución que hasta el día de hoy no ha sido superada.
*Periodista, profesor en letras y legislador de la provincia de Río Negro.
[Imagen de la Muestra Pensamiento y Compromiso Nacional, Palais de Glace, Buenos Aires 17 de marzo - 10 de abriL 2011.


http://www.elortiba.org/carrillo.html

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