lunes, 16 de octubre de 2017

El Solo

El Solo se levanta, se despeina, mira al sur
y camina desacostumbrado sin besos ni adioses.
Murmura humo de negro, relojea la esquina y
hace señas al bondi rojo, techo negro.
Es el 333 para la estación.
El Solo recuerda mares parado en medio del pasillo.
Extraña su sombra perdida en el andén aquél sábado de otoño.
Se ríe solo, de solo pensar que nunca llega tarde.
Furia su ansia redimida de amor y ya se tiene que bajar.
Los paraísos, las enredaderas, los sauces, los rosales le
brillan compañeros y afila el Solo su arma bajo el cielo
del Dios que tiene el cielo.
El Solo agradece, es bueno, no bello, soldado de adoquines,
cocinas, terrazas, ropa blanca, desterrados, bicicletas fabriqueras.
Empuña la mañana, cruza el portón, carajea entre dientes y
vuela al cuello de los grises burócratas de verdeolivaazulados
y tiñe de vientitos el playón de la Vucotextil.
Amorando derrumbó PLOMIZOS Y BREA.

GB

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