lunes, 2 de enero de 2017

Nació el primer CEO de 2017: es de Pilar, irá al Cardenal Newman y ya es titular de tres empresas offshore
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“Es fuerte y sano, y lo bueno es que se prendió enseguida a la teta del Estado”, confió el médico que atendió al pequeño CEO.
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RELÁMPAGOS Ernesto Laclau: pos-marxismo para sí, pre-marxismo en sí

Por Rodrigo Lugones l "No se trata de refundar una Verdad Absoluta (totalizante y totaliriamente sofocante, que cancele toda posibilidad de disidencia), sino de, por lo menos, establecer momentos de verdad parciales que nos permitan realizar totalizaciones sintéticas que sean útiles para realizar al menos una praxis revolucionaria".
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"Los peronistas podemos y debemos apropiamos del marxismo, un ins¬trumento de análisis científico de la sociedad, y demostrar la inconsistencia de las construcciones y desarrollos mentales de los "marxistas a ultranza". Ellos no pueden hacer lo mismo. No pueden apropiarse de un desarrollo material, de la historia misma, pues está en total contradicción con sus desarrollos mentales. Por ello, la izquierda solo ha tenido dos caminos: negar o ignorar el pe¬ronismo, negar o ignorar la historia nacional".
Carlos Olmedo, Una respuesta al documento del ERP
Michael Foucault en un reportaje titulado “Verdad y Poder”, que puede encontrarse en Microfísica del Poder, abre un frente de crítica al marxismo dogmático post-estalinista de su época. Creemos que puede servirnos para realizar un abordaje crítico al libro “Hegemonía y estrategia socialista”, y, en particular, al edificio ideológico del llamado “posmarxismo” que hoy re-aparece en el texto de Paloma Baldi y Santiago Asorey Volver a Laclau: peronismo para exportar:
"La segunda razón es que el estalinismo post-estaliniano, excluyendo del discurso marxista todo lo que no era repetición temerosa de lo ya dicho, no permitía abordar dominios todavía no explorados. No había conceptos formados, vocabulario validado para cuestiones tales como efectos de poder de la psiquiatría o el funcionamiento político de la medicina; mientras que los numerosos intercambios que habían tenido lugar desde Marx hasta la época actual, pasando por Engels y Lenin, habían realimentado entre los universitarios y los marxistas toda una tradición de discursos sobre la «ciencia» en el sentido en que ésta era entendida por el siglo XIX. Los marxistas pagaban su fidelidad al viejo positivismo, al precio de una sordera radical respecto a todas las cuestiones de psiquiatría pauloviana; para algunos médicos próximos al PCF la política psiquiátrica, la psiquiatría como política no tenía suficiente dignidad".
Foucault plantea algo cierto, que también habla de su genialidad y su creatividad teórica. El detenimiento de la Razón Dialéctica ha producido un vacío en ciertos frentes políticos e ideológicos y, al mismo tiempo, ha rechazado todo aquellos que no pudo contener y/o comprender. Ésta versión del marxismo no se mostró dispuesta a explicar, o por lo menos a entender, por ej.: la homosexualidad y la historia de la sexualidad (hasta el propio y admirado Guevara consideraba una enfermedad a la homosexualidad, nadie escapa de su época), así como también rechazó a Freud (recordemos El malestar en la cultura, donde Freud explica sus diferencias con “los socialistas” que no lo comprendían), y, a su vez, cerró las puertas a la locura y a las problemáticas de género, y no comprendió, ni brindó un marco teórico para pensar y actuar contra el Neo-colonialismo. Todos estos temas, que aparecen con mayor fuerza en los ´60 y fundamentalmente, a finales de los ´70 y principios de los ´80, no encuentran dentro de la dogmática pseudo-marxista, una corriente que los pueda expresar. Es ahí donde el discurso de Foucault toma fuerza y validez, ya que parte de un espacio en blanco que éstas vertientes de la teoría “revolucionaria”, por diversos motivos, no pudieron llenar. Sin embargo, han existido corrientes, como la Anti-psiquiatría que, leyendo a Freud desde Sartre y Marx, han hecho aportes que abonan a la idea de que la “Razón dialéctica”, cuando deja de lado su “razonamiento a priori”, consigue mostrar sus mejores armas en el combate anti-capitalista y contra los razonamientos que Foucault ataca en la cita que elegimos.
Podemos hablar de la sexualidad como un caso paradigmático, caso que toca muy de cerca a Foucault, como un campo en que se desarrollan luchas sociales ajenas (a priori, según se piensa desde la dogmática marxista) a la problemática de la lucha de clases, y, a partir de allí, pensar todas las luchas “aisladas” e individuales, por derechos civiles, igualdad y diversidad planteadas más claramente en la posmodernidad.
Es atrayente pensarlas a partir de la teoría lacaniana, tal como lo proponen Mouffe y Laclau. Allí, dichas luchas son Significantes Flotantes, que se desplazan sin encontrar un punto donde tomar referencia para poder unificarse (el llamado Point of Caption, o Punto de Acolchado). A partir del acolchado se puede frenar el desplazamiento flotante de dichos significantes y empezar a construir una identidad común de luchas parciales que pueda posibilitar una mirada de conjunto, más allá de las particularidades específicas de cada campo: movimientos feministas, piqueteros, colectivos de género, sindicatos, militantes universitarios, luchan todos por separado, de manera desarticulada, configurando un gigante con pies de barro que nunca puede articularse, hasta que, un o una líder, logra unificarlos políticamente y convertirlos en un colectivo Contra-Hegemónico que los contiene a todxs, sin rechazar sus particularidades, creando un nuevo tipo de identidad en la diversidad. A partir del Significante Amo, los Significantes Flotantes logran inscribirse en un sistema de equivalencias que los contiene y los organiza en función de una estructura de Poder que puede disputar, políticamente, el espacio de la democracia, para radicalizarla (se construye así una “Hegemonía” popular, siguiendo a los autores pos-marxistas). Aparece un sistema de equivalencias, donde las identidades particulares no se suprimen, sino que se refuerzan a partir de una construcción hegemónica que las anuda, en un plano superador. Aquí Laclau se propone intervenir en el debate posmoderno sobre la “identidad y al diferencia”, es importante recordar que cada vez que Laclau habla de “identidad” su objetivo es destruir el concepto de “trabajador” (o proletario), porque, según entiende, ese concepto olvida que la lucha también la componen otros sectores sociales (lo cual es cierto, sin embargo, jamás el marxismo negó, por ejemplo, la importancia de los y las artistas, veamos a los diseñadores e ilustradores que tuvieron un rol privilegiado en la Revolución Bolchevique, sólo por citar un ejemplo).
Ciertos aportes son valiosos en tanto explican la lógica a partir de la cual luchas aisladas pueden unificarse y formar parte de una totalización que les permita, desde una nueva identidad política hegemónica, dar una pelea por la transformación social. El problemano aparece hasta que se dilucidan los alcances “finales” de dicho discurso, y su consiguiente “crítica al marxismo” que, como vimos en el caso que plantea Foucault, parte de un grado de verdad, que transforman sospechosamente.
La noción de una democracia radicalizada no puede ser negada en tanto momento que debe ser contenido y profundizado en el desarrollo (desigual y combinado, como bien lo señalan los autores) de una estrategia socialista clara. De reforma en reforma se llega a la revolución, solía decir Lenin. El problema no es la táctica de la radicalización democrática como instrumento político para pensar, en el contexto contemporáneo, una política posible para un momento determinado de la historia, sino de trocar un medioen el fin de toda participación política.
Si aspiramos a perspectivas estratégicas de poder real dentro de políticas de liberación y justicia social, no podemos plantear un esquema rizomático como verdadero y menos que menos, pretender que las luchas políticas deben aspirar, cuanto mucho, a pelear una guerra de posiciones por solo radicalizar la democracia (burguesa) como última instancia, planteando que de lo contrario abonamos a la teoría de la “cancelación de las contradicciones sociales”.
Como decíamos, para concluir en la radicalización de la democracia contra la idea “jacobina” de la “revolución leninista”, fundada, según los autores, en un clasismoque impone a una clase social una “supuesta” situación de privilegio que “cancela” toda la complejidad de los procesos sociales, y no “comprende”, por ejemplo, el descentramiento del concepto de “sujeto”, y por lo tanto “cae en la ilusión” determinista de que existe una “esencia de lo social”. Lo que se plantea, en verdad, es un juicio axiológico negativo con respecto al marxismo, fundado en cierta verdad (los resultados teóricos estalinistas y post-estalinistas, cuando toda un sinnúmero de autores pre-estalinistas que ya el propio Vladimir Lenin se encargó de destruir), pero que, en realidad, parte de una lectura mecanicista y equivocada del materialismo histórico (presuponer al marxismo como esencialista, pensar que sostiene que la clase obrera es inmanentemente revolucionaria, decir que el marxismo es “necesariamente” una teoría fundada en la teleología, en la necesidad de un fin último que contiene, en su interior, la historia, etc.).
Pareciera que Laclau y Mouffe, al hablar de marxismo, en realidad estuvieran queriéndonos decir “estalinismo” o “dialéctica dogmática”, y nos quisieran recordar, contra el edificio teórico de lo que ellos consideran el marxismo, todos los problemas entorno a la Razón Dialéctica que ya fueron abordados en un libro que citan al pasar, sin hacer una referencia explícita, en un comentario cuasi despectivo: la Crítica de la razón dialéctica deJean-Paul Sartre.
Todos estos interrogantes, planteados como novedosas “preguntas incómodas” al “pretendido y falso discurso Universal” (en ese orden leen y entienden al marxismo los autores) recuerdan aquella frase de Sartre: “He visto más de una vez que un argumento “antimarixsta” no es más que el rejuvenecimiento aparente de una idea premarixsta. Una pretendida “superación” del marxismo no pasará de ser en el peor delos cosas más que una vuelta al premarxismo, y en el mejor, el redescubrimiento de un pensamiento ya contenido en la idea que se cree superar.”
Así, el autodenominado posmarxismopara-sí, debe leerse, en la realidad material, como un momento en la historia del pensamiento de la humanidadpre-marxista en-sí. Momento que, debe recordarse, ya está integrado, contenido y superado, en el pensamiento de Jean Paul Sartre.
Todas estas polémicas en torno a la Razón Dialéctica, (para ser claros y explícitos, los límites concretos de la dogmática estalinista para comprender manifestaciones sociales ajenas al esquematismo mecanicista del “clasismo” bobo de un marxismo amputado -feminismo, liberación sexual, neo-colonialismo, psicoanálisis, eco-filosofía, y todas las expresiones sociales que quedan afuera de la interpretación marxista trascendental-, el materialismo apriorístico, los trascendentalismos teóricos que intentan encastrar esquemas preconcebidos a realidades nuevas, y los problemas filosóficos en torno al “decurso necesario de la historia”), ya aparecen como problemas y nudos que “inmovilizan” al marxismo (deteniendo su potencia filosófica revolucionaria) y son superados en una totalización sintética, abierta, no dogmática, en la Crítica de la razón dialéctica sartreana.En dicha obra opera el concepto lacaniano de “No-Todo”, al que Sartre llama “Totalidad Abierta” (grandes comentarios a ésta obra de un querido y reconocido Sartreano, Lacaniano, Peronista y Marxista, como lo fue Oscar Masotta, pueden encontrarse en “Conciencia y Estructura”, un libro que se propone todos éstos debates mucho antes que el mismo Laclau).
Siguiendo ésta lógica anti-marxista, un punto central en “Hegemonía y…” es el cuestionamiento a lo que se conoce como la “Necesidad histórica”. El marxismo, desde la visión pos-marxista, sería una filosofía que teleológicamente explica a la historia como una sucesión de hechos encadenados con un sentido claro y definido, más allá de cualquier mediación ideológica (posicionamiento político, limitaciones del lenguaje, etc.). Un tópico que Sartre y Walter Benjamin, en sus Tesis de filosofía de la historia se han encargado (mucho antes, también, que el propio Laclau) de destruir.
El texto que aquí presentamos nos sirve de excusa para aclarar tremendo mal entendido. No existe, por supuesto, una necesidad inmanente que pueda ser puesta de manifiesto para explicar la historia, quienes sostienen esto se paran en el idealismo más rancio para sepultar toda la potencia creativa de un pensamiento que no se detiene en mecanismos, sino que se desplaza a partir de movimientos, de negaciones, afirmaciones y síntesis, de totalizaciones y destotalizaciones que se retotalizan para volver a destotalizarse. En suma, la “necesidad histórica” es un efecto retroactivo, una ilusión en la cual se puede caer cuando, desde el presente, nos volvemos para “ver los pasos andados”. Dicho en términos lacanianos (lo han dicho tanto Zizek como Davoine y Gaudellaire): “El sentido llega después”, la causalidad es un efecto retroactivo, nada nos garantiza el fin exitoso de ninguna empresa, en última instancia y lejos de toda mediación, la política es una apuesta y sus resultados pueden sernos adversos (es éste el llamado “coeficiente de adversidad” sartreano), en sínteis: sin creencia, por más saber científico y analítico dialéctico que opere, no hay acto (de esto nos habla, también la totalidad abierta). El causalismo fatalistano expresa en lo más mínimo la posición metodológica marxista, sino que ilustra un error idealista común, fruto de un mecanicismo que olvida que la historia es una suma de paralelogramos de fuerza que se entrecruzan, en el que juegan un papel sustancial el azar y la contingencia, así como la acción de los hombres y las mujeres que operan sobre ella para modificar sus circunstancias. La dialéctica determina la praxis histórica así como la praxis determina el movimiento dialéctico, no obstante, podemos trazar síntesis, extraer conclusiones, serán siempre situadas, desde luego, pero nos permitirán al menos una praxis revolucionaria.
No se trata de refundar una Verdad Absoluta (totalizante y totaliriamente sofocante, que cancele toda posibilidad de disidencia), sino de, por lo menos, establecer momentos de verdad parciales que nos permitan realizar totalizaciones sintéticas que sean útiles para realizar al menos una (como decíamos) praxis revolucionaria.
Se revela al fin un relativismo positivista en el fundamento del posicionamiento ideológico pos-marxista. Sartre lo plantea en estos términos: “…el relativismo no solo se opone a las vastas síntesis históricas, sino al menor enunciado de la Razón dialéctica; digamos lo que digamos, o sepamos lo que sepamos, por muy cerca que esté de nosotros el acontecimiento presente o pasado que tratamos de reconstituir en su movimiento totalizador, el positivismo nos negará el derecho de hacerlo. No es que juzgue que la síntesis de los conocimientos es completamente imposible (aunque más bien vea en ella un inventario que una organización del Saber): sencillamente, la juzga imposible hoy; hay que establecer contra él cómo la Razón dialéctica puede enunciar hoy mismo, sino, claro está, toda la Verdad, por lo menos verdades totalizadoras.”
Dicho cuestionamiento busca negar a la Razón dialéctica como metodología para poder comprender y transformar la historia, es decir que niega que: “una negación de una negación puede ser una afirmación (…) y que cada momento de una serie debe comprenderse a partir del momento inicial, y que es irreductible a éste, y que la Historia lleva a cabo en cada instante totalizaciones de totalizaciones,etc.”
Lo que se niega, en definitiva, una vez más, en palaras de Sartre, es la reinteriorización de los momentos en una progresión sintética. Ya que “donde vemos la unidad de desarrollo de un mismo proceso, se esfuerzan por hacernos ver una pluralidad de factores independientes y exteriores de los cuales el acontecimiento considerado es la resultante”.
Debemos ser nosotrxs (los y las militantes populares) quienes defendamos a la Razón dialéctica como el marco desde el cual podemos conocer y transformar la historia, entendiendo que éste método (que jamás debe ser leído como dogma) es el que posibilita la inteligibilidad de los procesos históricos, sin determinismos, sino que, integra superando, la razón analítica, y por tanto, anula la noción de “necesidad” de dicho razonamiento, porque sabemos, contra todas las sobre-determinaciones estructuralistas, (las palabras que creemos dominar y nos dominan, el inconsciente, los aparatos de producción y reproducción ideológicos del Estado burgués, el Poder panóptico, la estructura económica, el poder pastoral, la dictadura del significante que han fundado lxs filósofxs que discuten discursos olvidando su materialidad y la llamada “historia del ser”, que olvida qué condiciones históricas, económicas, sociales y culturales“hacen” a ese ser,etc.) que en última instancia, la libertad es posible, y es posible, también, el acto liberador, es decir, una liberación. En suma, es posible una revolución.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).
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RELÁMPAGOS Por una navidad sin presos/as políticos/as

Por Natalia D'Alessandro l Un deseo que se expande a lo largo y a lo ancho de nuestro país y que tiene el epicentro en Jujuy, en Milagro Sala y en sus compañeros/as de la Organización Túpac Amaru.
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El 28 de diciembre se conocerá la sentencia en el marco del juicio oral al que está siendo sometida Milagro Sala junto con Graciela López y Ramón Gustavo Salvatierra, ambos dirigentes de la Red de Organizaciones Sociales, por un escrache del que habrían participado en el año 2009 contra el actual gobernador de Jujuy, en aquel entonces Senador Nacional por la Provincia de Jujuy, Gerardo Morales.
Esta causa, que en el mes de mayo fue declarada prescripta y en la que sobreseyeron a Milagro y al resto de los imputados, revivió de la mano de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, integrada por Mariano Borinsky, Gustavo Hornos y Juan Carlos Gemignani, quienes ordenaron que el proceso siga su curso y que se realice el debate oral.
Así, en medio de proyectos de ley que proponen realizar una consulta popular para justificar la detención de Milagro, en medio de incumplimientos de las recomendaciones internacionales variopintas de la Organización de los Estados Americano (OEA), de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y de la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH) que dicen que ella debe esperar la condena en libertad, y que su prisión preventiva es ilegal, y de la mano de un Tribunal Oral Federal que trabaja desenfrenadamente – en comparación con el ritmo que se le imprimen a los juicios por delitos de lesa humanidad que se encuentran en trámite allí mismo – avanza un juicio que de público tiene casi nada, y de imparcialidad aún menos.
Sumado a este contexto, y vale la pena resaltar el dato por el alto nivel de adhesión a distintas expresiones de fe presentes en el pueblo jujeño, tanto el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) como el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) hicieron público su pedido por la libertad de Milagro.
Ante este panorama, es lícito que nos preguntemos: ¿Qué es lo que se busca con la condena de Milagro? Porque vamos a suponer – y lamentablemente tendremos razón – que el Tribunal va a condenar a Milagro, aún cuando varios testigos dicen que ella no se encontraba en el lugar del escrache y cuando solo uno, que negó tener vínculo alguno con el gobierno de Morales y terminó demostrándose que actualmente trabaja en la gobernación, dice que escuchó como Milagro daba órdenes por teléfono, sin dar mayores precisiones al respecto.
Va a condenarla porque nada importa lo que sucedió, ni los testimonios que hay en su favor, ni si ella estaba o no estaba con el resto de los imputados en el lugar o les daba órdenes. Solo importa lograr una condena para intentar justificar legalmente, y ante los organismos internacionales, que está bien detenida y que no hay violación a sus Derechos Humanos.
La querella que representa a Morales pidió, sin ruborizarse, una condena de 8 años. La misma pena que el mínimo previsto en la escala penal del homicidio simple. La fiscalía, a su turno, pidió que se la condene a tres años, mientras el Tribunal, según los dichos de los abogados/as defensores/as, no se cansó de obstaculizar el derecho de defensa.
Además del avance del proceso en Jujuy se encuentra pendiente de resolución un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que deberá determinar si Milagro continúa presa, violando todas las recomendaciones internacionales, o si debe ser excarcelada y esperar la finalización de la sumatoria de juicios armados en su contra en libertad.
Este es el contexto en el que está siendo juzgado Milagro. Y es en este mismo contexto en el que vale preguntarse: ¿Dónde está el estado de derecho en Jujuy? ¿Qué hace el Gobierno Nacional para mostrar, siquiera, interés en cumplir con las recomendaciones de los organismos internacionales de Derechos Humanos?
Vimos como la policía local quiso ahorcar a una Diputada Nacional, vemos como Milagro se encuentra privada de su libertad desde enero, sabemos que va a haber una condena y que el tribunal no tiene nada de imparcial ni objetivo y se aparta día a día de los principio de nuestra Constitución Nacional y de la Constitución de la Provincia de Jujuy, con un claro objetivo: Condenar a Milagro, para tener un nuevo elemento que justifique su encarcelamiento preventivo ante los organismos internacionales que reclaman su libertad y es, precisamente ello, lo que la transforma en una presa política.
Pero además, no podemos descartar la existencia de otro objetivo. Un claro mensaje para el resto de los/as luchadores/as populares que intenten enfrentarse a un gobierno de hambre y exclusión, oponiendo resistencia y organización, a quienes les esperará persecución y cárcel. Así, Jujuy se presenta como un tubo de ensayo de lo que el macrismo pretende aplicar en todo el país, alejándose del republicanismo que dicen representar y en nombre del cual llegaron al gobierno.
Este contexto de injusticia, obliga a desempolvar una consigna latente en nuestro pueblo. Un pueblo que tiene memoria e historia. Esas que permiten que “Por una navidad sin presos políticos” se transforme, nueva y dolorosamente, en un deseo presente en estas fiestas. Y de eso, tanto el contador Morales como el ingeniero Macri, son responsables.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).
La reestructuración alcanzará secretarías, organismos y empresas del Estado; apunta a suprimir funciones duplicadas y bajar subsidios; la meta es lograr un…
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RELÁMPAGOS Terror, el istmo de las cosas: Eurofonías (notas de viaje)

Por Sebastián Russo l "El frío agrieta el alma. La internet miente cercanía. Las sirenas no paran de sonar, mientras el consumismo navideño no cesa. Estado de incertidumbre".

Alerta máxima en Francia. Un camión atropella a unos cuantos compradores navideños en Berlín. Ese día, torpe, inconciente, me quise colar en el Metro. Y me salió mal, paso el molinete pero la puertita que hay detrás (impedidora de coladores novatos) no. Quedo atrapado unos segundos, evidenciando lo torpe de mi movimiento, y cayendo en cuenta de la enorme estupidez de un acto de cierta irregularidad, con cámaras por todos lados, para un imposibilitado en la lengua, con cierto aire de vagabundo (impregnado de Abasto), en un día como este. Temores inéditos me paralizan, momentos luego de la fallida acción. No tengo monedas para viajar, estoy cansado y hace frío para emprender larga caminata. Entro a un bar por un vaso de vino a 1 euro. Bar de franceses derrotados, clasemedieros ebrios y con lo justo, inmigrantes celular en mano que andan en alguna. Recupero la calma. Pero el molinete no me la hará fácil. Desde toda su inhumanidad también (y por ello) vigila.
París es un monstruo. Es como un monstruo, pero también lo es. Inmensa, de bordes infinitos. Geográficos, históricos, literarios, de migraciones incontables, entrelazadas, imposible de ser reconstruidas. La idea de pureza es tan absurda como eficaz (en su brutal arbitrio). Cosmopolita, se repite. Un cosmos que fascina, tanto como entumece al visitante. Sobre todo al visitante mirado con recelo, que no tiene armas para comunicarse, que está expuesto al micro maltrato cotidiano de un Qua?!. Paris es bella, de belleza agobiante, aristocratica, cliche. Lo contiene todo, y el todo está aquí esbozado.
Los negros fueron y son, siguen siendo, aquí, objetos exóticos, atracción estética (además de trabajadores a destajo y potenciales delincuentes, claro). Están en casi todas las publicidades de ropa cara. Sobre todo en las que hay más de una persona, y en tales caso, el otro es blanco, preferentemente, sino mestizo, chino. El discurso multiculturalista benettoniano is not dead.
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La vieja fortaleza de la Isla de la Ciudad, donde nació París, hoy ya no se protege como antaño. Tal como dice la guía que me pasaron (Guías American Express), y que en plan de historizar la ciudad enumera las permanentes batallas por conquistas y reconquistas que sufrió la isla y la ciudad toda (al único proceso que ésta guía denomina de Terror, claro, es al de la Revolución Francesa, casi el único anti monárquico, de todos los que enuncia, sangrientos todos, pero el terror, solo parece asignado a aquel que vaya contra el “gran poder”). Hoy ya todo aquí está entregado al turismo. Las guerras se hacen lejos, a kilómetros de distancia. Los muertos se ven por televisión, facebook. Y a los sirios que los refugien las calles donde tirados piden. La expansión y fortalecimiento de posiciones aun no acaba para el espíritu del capitalismo imperial.
El terrorismo sí es la inquietante e infiltrada guerra en el propio territorio. Y se lo enuncia como lo que es, un ente abstracto, aunque no se lo enuncia por lo que también es, y amparado consolidado en lo anterior, una útil excusa (conocemos en nuestro Cono sur las enunciaciones a virus expandidos invisibles dentro de la sociedad, y que hay que extirpar, cueste lo que cueste). Desde 2001, dice un artículo de Le Monde del 22 de diciembre, hubo más de 2000 muertos por ataques terroristas. En su mayoría islamistas (así lo indica un gráfico que acompaña la nota), pero también chechenos, kurdos, extremistas de derecha, y por desconocidos (en un número importante, tercer “grupo” luego de los islamistas y chechenos) ahora. Nada dice de la cantidad de muertos que Francia y la coalición blanca generó en nombre de la lucha contra el terrorismo (incluso hasta si se lo quiere considerar como “consecuencias no deseadas”, “daños colaterales”). Nada tampoco dice del arbitrio de tal conteo. Ni de qué es considerado “acto terrorista”. En principio no necesariamente hechos por “grupos terroristas” ya que el alto número hecho por “desconocidos” complicaría tal definición. Que es de una tautología terminológica contundente: acto terrorista es aquel hecho por un grupo terrorista, que se lo adjudique (ni hablar de la credibilidad de tales “adjudicaciones”), tomada como prueba irrefutable. Aun se recuerda a Collin Powell, como consecuencia del 2001, fundando en acto lo que vendrá, señalando un mapa (?) mostrando el indiscutible certificado de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, comienzo del fin.
De los denominados “desconocidos”, ¿cual habrá sido el criterio para considerarlos terroristas, a ellos, a sus actos? Siendo incluso que no se reconocieron dentro de grupo alguno. Aunque hay, se ha inventado sí una categoría: lobo solitario. Y según los define Wikipedia, “son individuos que realizan acciones terroristas sin el apoyo de un grupo, un movimiento o una ideología”. La cursiva no es mía, parece una toma de posicion de wikipedia (!). Pero lo que sigue es aun más inquietante: “sin ideología”. Puede actuar solo, como los anarquistas individualistas. ¿Pero sin ideología? Hasta lo hecho por un “desconocido” demente, o un angustiado y colapsado ultra consumista, por un nerd, o un fascistoide revirado, por un samurai, un karateca, o un gasista al que le explotó todo, todos estos casos pueden ser terroristas, y en todos, incluso, habría “ideología” -como no puede no haber-. La enciclopedia chino-borgiana-foucaltiana se queda corta en tal indeterminación “heteoclita”. Tampoco dice nada este articulo (en su afán objetivo de informar, analizar, con cuadros, gráficos) qué diferencia, qué acerca la causa chechena, con la kurda, con la neo nazi y la de los “islamistas” (en un agrupamiento igual de inaudito) Bueno, sí, son todos terroristas, sumados los inclasificables.
Tales arbitrios serían apenas graciosos sino implicarían y configurarían de modo feroz e intencionado los discursos mediáticos, los callejeros, los de los candidatos (en una tríada inefable: medios, calle, políticos usureros), afectando hasta la tragedia a propios y a extraños. Sobre todo a esa multitud extraña (de exotismo ya no erotizado) que vaga por las calles de Paris y de la Europa “no-terrorista”. Las fronteras de las fortalezas, más activas que nunca, en su invisibilidad tecnológica, virtual y brutal.
El frío agrieta el alma. La internet miente cercanía. Las sirenas no paran de sonar, mientras el consumismo navideño no cesa. Estado de incertidumbre. Un Estado que se consolida de facto en/por la incertidumbre, autoengendrada, bronceada, aburrida. Sirenas, formas de vigilancia encubierta. El vigilar aquí deviene naturaleza celebrada de las cosas. El vigilante vigila. La señora también. El negro también. La autopreservación conduce a prácticas aberrantes.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: Sebastián Russo
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